Qué observar. Este jueves, la Universidad de Chile emitió una declaración pública buscando trazar las líneas en lo que respecta al manejo de Azul Azul sobre el club de fútbol que lleva su nombre y emblemas. “No se trata de un ultimátum”, señalan desde la interna de la casa de estudios, pero sí de un golpe de timón que pretende impulsar una “gestión más participativa, cercana y transparente”.

  • La controversia en el equipo estudiantil laico va más allá de lo deportivo; y los vínculos revelados en las últimas semanas han aumentado un debate respecto de que las riendas de la institución estén en manos de fondos de inversión.
  • El rechazo generado en el entorno del club, ante un posible abandono de los propósitos puramente deportivos e institucionales, es la gran idea fuerza detrás de la misiva redactada por los representantes de la Casa de Bello.

Panorama general. La administración del club de fútbol de la Universidad de Chile, Azul Azul, es la concesión que mayores pérdidas netas registra en el fútbol chileno desde la instalación de la ley de sociedades anónimas deportivas. Y pese a un prometedor inicio con las temporadas de esa “U” tricampeona, consolidándose internacionalmente con la Copa Sudamericana, entre los años 2010-2015 y el inesperado campeonato de 2017, el diagnóstico no ha sido más que irregular tanto en lo administrativo como deportivo.

  • En los últimos cuatro años el equipo universitario laico ha venido complicándose en la lucha por no descender.
  • La única excepción fue en 2020, en donde pese a lidiar con la tabla promedio 2019-2020 —resultado del término adelantado del campeonato en 2019, producto del estallido social—, obtuvo un tercer lugar, salvándose de cualquier opción de descenso.
  • En 2021, zafó de caer por segunda vez en su historia a la segunda división en la última fecha ante Unión La Calera.
  • Hoy, a solo siete jornadas del término de la temporada 2022, la “U” nuevamente convive con el fantasma de la B.

El descontento. El viernes 5 de agosto, hinchas de Universidad de Chile se reunieron en La Cisterna para ponerse en marcha hacia el Centro Deportivo Azul, mostrando su descontento con las últimas gestiones, sumado a la incertidumbre que hay respecto de quiénes son los verdaderos dueños del club.

  • Pese a que el mayor paquete accionario de Azul Azul, tras la salida de Carlos Heller, fue adquirido por Sartor Finance Group (encabezado por Michael Clark) y Tactical Sport, este último, al ser un fondo de inversión privada (FIP), no se conoce quiénes son sus inversionistas, dicen sus críticos.
  • Un reportaje de Ciper la semana pasada estableció vínculos entre el actual presidente de Azul Azul, Michael Clark, la familia Kiblisky (expropietarios de Ñublense) y Victoriano Cerda (dueño de Huachipato).
  • Y aunque no hay pruebas en dominio público que demuestren que estas relaciones tienen incidencia hoy en el manejo de la “U”, el ejercicio reemplazó con señales concretas el debate en torno a los anillos negociadores involucrados a la dirección de Azul Azul.
  • En el último tiempo, entre Huachipato y Universidad de Chile han surgido varios traspasos de jugadores que le han significado importantes costos al club universitario e importantes réditos al equipo acerero.

Quiebre interno. El directorio de Azul Azul se conforma por 11 integrantes y todos los años se decide por votación su presidencia. Este año, la abogada Carolina Coppo —una de las representantes de la casa de estudios, junto al ingeniero Andrés Waintraub— se candidateó para oponerse a la reelección de Michael Clark, sin embargo perdió por 7 votos contra 4.

  • El episodio abrió un quiebre inédito en el directorio de la concesionaria: la actual administración tenía por vez primera una oposición, conformada principalmente por la institución académica y la familia Schapira (hoy, minoría en el paquete accionario del club).
  • Sumado a la reestructuración, el grupo Sartor instaló a la exministra de Deportes de la Administración Piñera (II), Cecilia Pérez, para sustituir la labor de Cristián Aubert, quien como uno de los principales directores de Azul Azul pasó a la gerencia general, para posteriormente abandonar tras 15 años su vínculo con la “U”.
  • El arribo de la exvocera de gobierno de Sebastián Piñera generó aún mayor tensión, y no solo de la parcialidad azul, que demostró su descontento con rayados y daños en las instalaciones del CDA. El ministro Giorgio Jackson (Segpres) también se pronunció: “Si uno es director de una AFP, no pasas a ser Ministro del Trabajo […] tiene que ver con la transparencia, con los potenciales conflictos de interés”, dijo a T13. 
  • Esta semana, el presidente de la ANFP Pablo Milad se reunió con Michael Clark y la propia Cecilia Pérez, revelando el peso político de la exministra al interior de la concesión.

La postura de la universidad. Desde la comunidad universitaria de la Casa de Bello, institución que encabeza la rectora Rosa Devés, se esperaba una reacción con propósitos más profundos que la mera advertencia desde hace tiempo. Según fuentes que integran el universo académico de la institución, el pronunciamiento de este jueves de la casa de estudios, dando a conocer sus definiciones frente a la concesión de Azul Azul SA a través de un comunicado, siempre se pensó independiente del desempeño deportivo. Los motivos son varios.

  • La universidad siempre se opuso al arribo de Clark: en abril de 2022, para la junta anual de accionistas se reeligió al ingeniero comercial como presidente de Azul Azul. En la instancia, los representantes de la casa de estudios en el directorio, Carolina Coppo y Andrés Weintraub, revelaron a través de una carta sus diferencias con el grupo Sartor.
  • “Desde un comienzo nos pareció poco conveniente que el control de Azul Azul S.A. recaiga en un fondo financiero […] carece además de vínculos con la U”, se leía en la misiva enviada al exrector Ennio Vivaldi.
  • Los cercanos incluso han hablado de “una relación tensa” con el actual mandamás del club.
  • Las mismas fuentes — que advierten del próximo golpe a la mesa— señalan que la nueva administración del club, más allá del desempeño deportivo, ha generado “disconformidad” y “desconfianza” en la comunidad universitaria por el “mal manejo comunicacional y político”.
  • El nuevo llamado de atención —lejos de ser un ultimátum, señalan las personas relacionadas— apela a una gestión más participativa y transparente desde el club hacia sus hinchas.
  • Cabe señalar que una vez finalizada la última edición del Superclásico del fútbol chileno entre la “U” y Colo Colo, en donde el equipo de Macul extendió su superioridad y reubicó a los azules en la parte baja de la tabla, Michael Clark se fue de vacaciones, lo que fue entendido en la misma institución como un abandono en un momento crítico.
  • “¿Dónde está el piloto?”, escribió luego de dicho partido José Joaquín Laso, representante de la familia Schapira en el directorio de Azul Azul.

¿Peligran nombre y emblemas? Los avisos desde la casa de estudio han surgido no solo desde distintas voces referenciales, sino que también de diferentes décadas.

  • En 2021, el entonces rector de la casa de estudios, Ennio Vivaldi, señaló que de no transparentarse los principios de los nuevos dueños, Azul Azul podría seguir funcionando “pero con otro nombre”, argumentando que “es el nombre de Universidad de Chile […] una de las instituciones fundantes de la República”.
  • 17 años antes, cuando los azules convivían con la amenaza de quiebra bajo la administración de la Corporación de Fútbol de la Universidad de Chile (Corfuch), el exrector Luis Riveros se refirió a la posibilidad de que el club abandonara su nombre si los tribunales declaraban la quiebra: “Es una posibilidad que no podemos descartar”. Sin embargo, la declaración dada en 2004 solo quedó en eso pese al anuncio de quiebra tres años más tarde.
  • Sin embargo, por Ley, no sería tan sencillo concluir de manera anticipada el vínculo entre el club deportivo y Azul Azul: primero se debería efectuar un incumplimiento en el contrato entre ambas partes; allí, la casa de estudios debería crear una nueva corporación que se haga cargo de la administración de esta nueva “U” (ya que una institución pública no puede participar del deporte profesional).
    • Con la instalación de la Ley 20.019, se otorgaron dos posibilidades: pertenecer al fútbol profesional como una sociedad anónima o, bien, como corporación con Fondos de Deporte Profesional (entidades sin fines de lucro).
  • Ante la eventualidad de que se comprobasen dichos incumplimientos en el contrato de concesión —ya sean falta de solvencia y rentabilidad económica, improvisación en las bases administrativas, transparencia y responsabilidad social entre los principales estatutos—, la casa de estudios podría realizar una demanda.
  • Así, seguiría existiendo Azul Azul, pero con otro nombre; mientras que Universidad de Chile (de ser administrado por una nueva corporación) debería reanudarse en el fútbol desde tercera división (ANFA).
  • Para el académico de la Universidad de Valparaíso y exauditor interno del Senado, Alejandro Torres Mussatto, doctorando en economía y empresas de la Universidad Autónoma de Madrid, lo que puede hacer la casa de estudios “no es más que simbólico”, ya que no solo “hay un contrato de concesión de por medio […] sino, también, un precio en bolsa por pagar”.
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