Para evitar que su hija pasara menos tiempo frente al celular, Eduardo Montenegro decidió crearle un gimnasio comparto de madera. Al ver el beneficio de este juego en el desarrollo de los niños, Eduardo decidió renunciar a su trabajo como ingeniero en un banco para emprender con Madera Consciente.
Con el mismo objetivo, de que su hijo se conectara con lo simple y jugara de manera interactiva, Brenda Palma se asoció con Eduardo en este negocio.
Según explican los fundadores de esta pyme, estos espacios favorecen el proceso educativo y fomentan la creatividad en los niños. Si quieres conocer más sobre la historia de Madera Consciente, no te pierdas este #CómoLoHizo.