Tomás Díaz Silva es un diseñador gráfico e ilustrador de 61 años, que hace siete quiso enfocar sus conocimiento en el arte de la reutilización, transformando objetos que las personas dejan de utilizar en innovadoras piezas únicas.  

Los inicios de ArteCosas, recuerda su fundador, se dieron en la casa de su pareja: "En el verano del año 2015, en la casa de mi pareja vi una guitarra que estaba inutilizable y la pinté, después de eso algunas personas comenzaron a verla y les gustó el trabajo. Es un objeto que está hasta el día de hoy, de hecho en este mismo momento la estoy mirando".

Luego de tocar el instrumento un par de veces continuó: "Le empezó a gustar a amigos, conocidos, y después me hice un Facebook de ArteCosas, para visualizar lo que hacía. Ahí comenzó realmente el negocio de ArteCosas, donde finalmente uso el conocimiento que tengo. Empecé a ir a ferias, hice algunos concursos, exposiciones, etc. Y esto empezó a tomar vuelo, como es algo novedoso, yo no tengo un referente ni una competencia. No soy artesano ni artista, pero digamos que soy un trabajador del arte", enfatizó Díaz Silva.

El emprendedor comenta que él trabaja principalmente de tres maneras; cuando la gente le trae productos para darle un nuevo valor, cuando el busca o encuentra artículos y los pinta, o también realizando talleres para que las personas puedan desarrollar y darle nueva vida a diferentes objetos.

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las personas que comienzan un negocio, para Tomás es difícil vender sus creaciones: "Me cuesta desprenderme de mi trabajo, trato de seguirle la pista a lo que vendo. Me duele entregarlo porque son piezas únicas".

Creaciones que lo han llevado a recibir ofertas incluso del extranjero: "Recuerdo una exposición en el Patio Bellavista, cerca del 2018, donde se me acercó un chino que me pidió un container de uno de mis productos. Yo trataba de explicarle que yo no producía en masa, pero él no entendía que era sólo un producto".

Además, el diseñador gráfico explicó que ha estado ligado al arte gran parte de su vida: "Como yo nací dibujando, siempre tuve clase de pintura, clases de diseño, para mi esto resultó muy simple. En la calle siempre miro y veo objetos que pueden salvarse, o en bodegas veo 20 o 30 objetos que quedarían preciosos. Es algo fácil, simple para mi, en dos o tres días lo hago. Depende de lo que sea, pero no me demoro más de tres o cuatro días. Aunque tiene harto trabajo cada pieza, por ejemplo, una vez hice un vikingo en un termo, y como era plástico, tuve que lijarlo para poder dejar el área preparada para aplicar el acrílico y el barníz para protegerlo. Lo mismo con metales, maderas, muchas veces tengo que lijar a mano", comentó Díaz.

Esto último, remarca Tomás, es debido al volumen o material de los objetos, que finalmente terminan siendo un reto para su trabajo. Labor donde comenta ha estado apoyado desde el inicio: "Dina, mi actual pareja, fue fundamental en la motivación, siempre me ha motivado. Cuando alguien viene, promociona mi trabajo, me conseguía cosas, ha sido una pieza fundamental, una inspiración".

Y si bien él explica que le cuesta definir cuál es precisamente su oficio, lo que si tiene muy claro son sus objetivos: "Me dedico a la reutilización artística, esta consiste en dar una segunda oportunidad a objetos en desuso u olvidados. Con el trabajo de cada pieza he ido consiguiendo mayor consistencia y más comprensión de que es reutilizar, acción que es muy importante, y además, como dice mi slogan, ¡es entretenido!

ArteCosas ha ido evolucionando a medida que su creador ha perfeccionado sus técnicas y conocimientos: Dependiendo del volumen del objeto, en un comienzo Tomás pintaba unos seis artículso mensuales. En la actualidad, contó que en un mes al menos puedo hacer el doble o incluso llegar a los 15, "con mucha más experiencia y mejores resultados".

Conexión con los objetos

"Cuando me llega un producto, por ejemplo, un macetero, ahí le pregunto qué le interesa a la persona, o qué le gusta, para saber cómo enfrentar la forma y que el trabajo que voy a hacer esté relacionado con ella. Luego de eso, me siento en mi taller a mirar el macetero, a darlo vuelta, boca a abajo, boca arriba... Hasta que el macetero me habla y me dice, 'así lo tienes que hacer'. Si alguien entrara en el momento en que estoy con los objetos, no entenderían lo que estoy haciendo", compartió Díaz Silva.

Ya una vez conectado, Tomás comienza a hacer bocetos, pinta en otro papel, y después trabaja directamente en el producto final.

En cuanto a los precios de cada una de las modalidades de trabajo, el costo va desde los $5 mil hasta la pieza de más valor, que es una guitarra, de cien mil pesos (no es la primera que pintó).

Pero cuando hace talleres en ferias o particulares, si alguien quiere contrata sus servicios, cuesta $5 mil por niño o adulto, una actividad que dura aproximadamente una hora. Dependiendo de la cantidad de personas y del tiempo, comenta que un evento siempre bordea los $100 mil.  

Este emprendedor realiza talleres por ejemplo para la Municipalidad de Ñuñoa, y explica que disfruta cada momento de su trabajo, teniendo claro la importancia de traspasar sus conocimientos: "Para mi es fundamental ser consciente del concepto de reutilización y lograr transmitirlo a travez del arte. Reutilizar es fundamental, el sólo hecho de aplicarlo es escencial para la tierra. Y si le sumamos a esto que esté acompañada de decoración, de hacerlo bonito, que el objeto botado vuelva a tu casa, para mi es todo. Ya pensar que voy a reutilizar me pone bien, en ese aspecto soy un agradecido, lo hago con mucho cariño", relató Tomás Díaz.

Y agregó: "Cuando hago talleres a la Municipalidad de Ñuñoa o en distintas ferias a cientos de niños, les muestro cómo hago mi trabajo. Los niños empiezan a imaginar, les voy contando que la tierra está triste, que necesita dejar de llenarse de basura. Empiezan a ver las formas de los objetos y ellos mismo crean sus obras, yo los guío al comienzo y crean cosas increíbles, sorprendentes", finalizó.

ArteCosas realiza delivery a todo Chile, y también pueden ir a conocer el trabajo de este emprendedor a su taller, ubicado en Juan Moya 664, comuna de Ñuñoa.

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