Estudios señalan que el empaque del vino en lata viene creciendo y es una tendencia de consumo a nivel mundial que en 2020 registró la producción de 250 millones de cajas. Este formato posee algunas características que le dan ventaja frente a la botella de vidrio, como su peso de 11 gramos versus 1,2 kilos, un volumen 75% menor, es 100% hermética lo que evita la exposición a la luz y el oxígeno, y conserva por mayor tiempo la calidad del contenido.

Con ese escenario y con la pasión que tienen por el vino, Daniel Pérez Pallares y Pablo Torlaschi crearon Chilla, el primer vino sparkling rosé envasado en latas de aluminio en Chile. Su apuesta apunta a la innovación dentro de una industria tradicional que tiene su foco en crear nuevos productos y ofrecerlos a bajo costo, pero sin explorar nuevos packaging y branding que permitan dar un valor agregado y generar una mejor experiencia para los consumidores de vino en el país.

Daniel Pérez Pallares y Pablo Torlaschi

Los fundadores de Chilla creen que el vino en lata es el futuro del vino y será el formato de los próximos consumidores. Para ellos la entrada de la lata a la industria del vino debe ser especial y tiene que venir de la mano de la mejor experiencia posible. Sin embargo, “en el mundo del vino actualmente en Chile, ni las grandes viñas, ni tampoco los pequeños productores, están haciendo algo por cumplir esa experiencia”, opinó Pablo Torlaschi, socio fundador de Chilla.

“En la categoría de las cervezas y las bebidas ‘ready to drink’ hay un intenso desarrollo de branding que han generado nueva tracción a la categoría. En ese espacio nos queremos mover, en el mundo de la cerveza, del estilo de vida y la refrescancia, pero con un producto de calidad que eleve la categoría de vino en lata y permita expandirse luego a segmentos de edades mayores”, agregó el Daniel Pérez Pallares, también fundador.

Cabe considerar que Chile es el primer país en producir y envasar vino en lata en Sudamérica. Hasta el año 2019 en Chile no existe la categoría de vino en lata cuando aparece Santa Rita y luego Undurraga, que hoy en día, producen 250.000 latas mensuales cada una. Se suman luego otros pequeños proyectos como Maitia, Sagiero Wines y Ventisquero, con cantidades del orden de las 80.000 unidades mensuales.

Para los creadores de Chilla, el vino es una industria con un gran potencial de innovación, pero al ser tan tradicional no logra conectar con los nuevos consumidores a diferencia de otras industrias. “El potencial de Chile en innovación dentro del mundo del vino es enorme. No basta con hacer vinos de buena calidad a un buen precio, hoy eso es lo mínimo que esperan los consumidores. Creemos que hay un gran espacio para desarrollar una marca chilena pensada para el mundo y los nuevos consumidores”, concluyó Pérez Pallares.

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