El antropólogo Pablo Ortúzar terminó esta semana -junto a un equipo liderado por Juan Luis Ossa- un documento sobre el diagnóstico del país, parte de lo que será el programa de Sebastián Sichel, candidato presidencial independiente de Chile Vamos. “Hicimos un trabajo muy intenso centrado en identificar los principales problemas que enfrenta nuestra sociedad y nuestro país, ponderando los grandes avances de los últimos treinta años, y mostrar un camino de progreso basado en la reforma responsable, el gradualismo y la recomposición del tejido social”, comenta el investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) en entrevista con T13.CL.
Más allá de los lineamientos que van surgiendo en la candidatura de la centroderecha, Ortuzar analiza la semana de Sichel, en donde nuevamente se tensionó la relación con los partidos del bloque -con RN sobre todo- por el cuarto retiro del 10% de los fondos de AFP. No solo eso, también se enfrentó con el abanderado de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric.
—No fue una semana con aciertos comunicacionales. El candidato Sichel le recriminó a Gabriel Boric su falta de título profesional y luego se le recalcó que no tiene la “experiencia vital” de ser padre. ¿Fueron errores no forzados o cree que son parte de un diseño comunicacional?
—La primera crítica, si la entendí bien, más que a no tener título, apuntaba a que el candidato Boric, teniendo todos los privilegios a su disposición que el 99% de los chilenos no tiene, no fue capaz de completar su proyecto de estudios. Y cuestionaba desde ahí su capacidad para dirigir un proyecto de país. La segunda intentaba apuntar a sus limitadas experiencias vitales. Pero claramente en ambos casos, pero especialmente en el segundo, el candidato Sichel entró en terrenos pantanosos, que colindaban con descalificaciones personales que no ayudan a un proceso eleccionario a la altura de los desafíos de Chile.
—Yasna Provoste luego reforzó la idea del título y dijo que ella no se fue inmediatamente luego de la universidad al Parlamento. ¿Intentan interpretar a un mismo electorado, que quizás le da valor al trabajo y a la profesión?
—Ambos buscan mostrar experiencia en el mundo del trabajo real, sin los sueldos ni privilegios de los representantes en Chile. También con eso buscan decir que Boric es el representante más puro de la desprestigiada clase política, porque a pesar de que es más joven, nunca ha vivido fuera de ese ambiente. Y, por último, se apunta al factor ya mencionado, de no haber logrado cerrar el proceso de estudios a pesar de contar con condiciones en extremo cómodas para hacerlo, cosa que la mayoría de los chilenos no se podría permitir. Obviamente todo esto busca apelar a la clase trabajadora de Chile en el plano de la identificación personal. No es alta política, sin duda. Pero son puntos legítimos en el contexto de las confrontaciones de campaña.
—Yendo hacia la polémica entre Sichel y los partidos de su coalición, ¿se ha excedido el candidato en la defensa del cuarto retiro? El director de Criteria, Cristián Valdivieso, decía que tiene un alto costo tomar ese tema como “una causa”.
—Cuando Churchill convocó a los ingleses a enfrentar a Hitler la opinión pública lo consideró una locura y un suicidio político. Pero Churchill tenía razón, y la realidad golpeó después en la cara a esas mismas mayorías. Con el cuarto retiro pasa lo mismo: no genera ningún beneficio para las mayorías trabajadoras del país, que ya no tienen ahorro previsional alguno, pero sí un enorme daño al devaluar la capacidad de compra de su dinero por vía inflacionaria. ¿De qué le sirve ahora a Sichel defender una medida que le dejará una economía reventada si gana? ¿De qué sirve ganar de esa forma, además? Gabriel Boric, que le agachó el moño al PC, y todos los congresistas que ahora pretenden comprar votos con dinero ajeno van a tener que responder ante todos los chilenos después por la crisis inflacionaria que generarán si aprueban esta medida absurda. Tal como dicen en “Chernobyl”, la mentira es una deuda que contraemos con la realidad, y que tendremos que pagar algún día.
—En Chile Vamos dicen que Sichel ha estado muy expuesto y que ha hablado de más sobre el cuarto retiro. Quedan dos meses de campaña…
—La calidad de los políticos se conoce cuando tienen que elegir entre mentirle a las personas y ser impopulares. La reforma social exige líderes valientes y honestos. Los años que vienen para nuestro país necesitan conductores dispuestos a llevarnos por caminos tortuosos y de enorme complejidad, y eso no lo vas a encontrar en un adulador de las masas. Ha sido la adulación, la farándula y el show barato montado, en parte, por esos propios partidos el que ayudó a llevar nuestra democracia a un callejón de desprestigio y decadencia. A veces es mejor arriesgarse a perder diciendo la verdad que arriesgarse a ganar mintiendo. Lo segundo que nadie piense que no es tan peligroso como catastrófico. Es recibir, al mismo tiempo, una banda presidencial y una soga en el cuello. Si Boric gana por apoyar el cuarto retiro, tendrá después que responder por la crisis económica.
—Sichel recalca su condición de independiente, es más, encasilla a los partidos en esta lógica de “negociación” en torno a la conveniencia propia y no de la gente… ¿cómo se avizora un eventual gobierno del candidato si no tiene capacidad de mantener una relación institucional con los partidos políticos, claves en la democracia?
—Si el candidato Sichel no gobierna con los partidos se muere, pero si gobierna con ellos lo matan. De ganar, tendrá que comenzar un proceso de renovación en los partidos de la centroderecha, que los ponga a la altura de los desafíos que hay por delante. El despelote y el nivel de personajes que ha dejado expuestos el tema del cuarto retiro dejan claro que hay mucho que cambiar. Necesitamos una coalición construida y disciplinada en base a principios, no a challa, farándula y oportunismo.
—El candidato además apuntó a Francisco Chahuán, presidente de RN, de que no era capaz de “ordenar” a sus parlamentarios. ¿Es o no una prueba de fuego para Sichel este cuarto retiro?
—Yo no lo veo así. Es más bien una prueba de fuego para los partidos de la derecha: mostrar que no están consumidos por la demagogia sin vergüenza que por tantos años le atribuyeron exclusivamente a la izquierda.
—¿Qué tan fructífero puede ser este intento de cambio de nombre del pacto electoral si es que Sichel sigue mostrando una distancia brutal de los partidos?
—Nunca he entendido por qué mucha gente en política piensa que los cambios de nombre son tan importantes. Esto no es un tema de branding tipo “Chokita”. El cambio se muestra en los hechos o no existe.
—¿Corre el riesgo de tener el mismo talón de Aquiles que Piñera: un desgobierno, que no coordina ni legisla con los suyos?
—Es un riesgo cierto. Ser un Piñera III es la sombra que perseguirá todo el tiempo al candidato Sichel. Por eso la reforma del sector tiene que ser con todo si logra ganar. O es un Arturo Alessandri Palma, o es un tercer Piñera. No hay una vía media ahí.
—En contraposición a esta semana, la anterior, el candidato se sacó fotos con los parlamentarios e incluso se hicieron virales algunas con Iván Moreira y Jacqueline van Rysselberghe. Sus detractores hablaban de la “derecha dura” o “la misma de siempre”. ¿Le trajo costos?
—No lo sé. Obvio que puede ser. Son personajes que claramente pertenecen a los derrotados del ciclo político pasado. Pero el tema clave es qué hará Sichel no con la llamada “derecha dura”, sino con la “derecha leve”, los sectores acostumbrados a un electoralismo mediocre y tan carente de principios como de ideas. Al igual que con los grupos de interés oligárquicos, son parte de los dedos de la mano que lo alimenta que el candidato tendrá que morder si se convierte en Presidente y no quiere naufragar rápidamente. De ahí mi referencia a Alessandri Palma.
—¿Cómo entonces se mantiene un equilibrio: cuán cerca estar de la derecha?
—Esto no es una ecuación, sino un baile. Por mi tesis doctoral he tenido que leer mucho ahora sobre la relación entre el emperador Constantino y el movimiento cristiano. Por años se ha discutido si Constantino se convirtió o no realmente al cristianismo. Pero es una pregunta equivocada. Claramente Constantino aceptó hacer bailar la tradición imperial Romana con la tradición cristiana, iniciando un proceso de encuentro, de conquista mutua, una cosa erótica, no una negociación contractual. Esos procesos son complejos y tienen que ver con el manejo de las distancias, con lo que se muestra y lo que se calla, etcétera. El candidato Sichel, igualmente, deberá bailar con la centroderecha para conquistarla, ambos se verán transformados en el proceso, pero lo importante es que el resultado sea algo mejor que lo que tenemos hoy. Si el candidato fuera cooptado por los sectores justamente aplastados por el ciclo político pasado, el resultado sería algo sin ningún futuro. Y nada más.