Un día después de que Marruecos y España fueran designados anfitriones conjuntos de la Copa Mundial de 2030 —junto con Portugal—, se produjeron roces, ya que ambos países reclaman ser la sede de la final.
El ministro de Deportes español, Miquel Iceta, declaró el jueves en Onda Cero que, aunque "no hay que cantar victoria", esperaba que la final se celebrase en España.
Sin embargo, Fouzi Lekjaa, presidente de la Federación Marroquí de Fútbol, declaró que su objetivo es que la final se celebre en Casablanca.
Espera ver los esfuerzos del país "coronados, si Dios quiere, con celebraciones en el estadio de Casablanca en una final histórica", declaró en Radio Mars.
Las relaciones entre España y Marruecos han estado marcadas durante décadas por disputas migratorias y territoriales. Ha habido crisis diplomáticas periódicas por los enclaves españoles en África y la llegada de miles de inmigrantes ilegales a España cada año a través de Marruecos.
Los lazos mejoraron el año pasado tras el acercamiento de Madrid a la política marroquí sobre el Sáhara Occidental, un territorio en disputa que Rabat reclama como propio pero en el que el Frente Polisario, apoyado por Argelia, busca la independencia.
En un anuncio inesperado un año antes de lo previsto, la FIFA asignó el miércoles la Copa del Mundo de 2030 a Marruecos, España y Portugal, pero también dijo que Uruguay, Argentina y Paraguay albergarán tres partidos para conmemorar el centenario del torneo.
Lekjaa dijo que Marruecos, España y Portugal se reunirán el 18 de octubre en Rabat para discutir la programación de los partidos del Mundial. Seis ciudades marroquíes serán sedes de los partidos.
Iceta dijo que las tres federaciones llevan mucho tiempo trabajando juntas y que existe un acuerdo avanzado sobre cómo asignar los partidos.
(Reporte de Ahmed Eljechtemi y Emma Pinedo; redacción de Charlie Devereux; edición de Toby Davis y Ed Osmond; editado en español por José Muñoz)