En las pausas comerciales de los partidos del Mundial de Catar los avisos de casas de apuestas online son los que dominan el espacio. La mayoría invitan a apostar con ofertas para los usuarios primerizos y exponen los beneficios que podrían conseguir los clientes más avezados.
Esto no es casual. Forma parte de unafiebre global por las apuestas deportivas, que en Chile también ha crecido. Actualmente, existen decenas de compañías que ofrecen estos servicios en el país, y muchas de ellas auspician a equipos de fútbol locales.
Pero no todo son beneficios: estas plataformas no cuentan con regulación por parte de las autoridades chilenas, lo que impide que respondan ante un mal servicio o riesgo financiero. También permite que no existan reglas claras y que, incluso, menores de edad participen de esta tendencia. Actualmente existe un proyecto de ley que busca normar este rubro y que las empresas tributen.
“Es un negocio que, careciendo de regulación local, se ha abierto paso de facto, y cuyo éxito puede explicarse -más allá de la perspectiva de obtener una ganancia ‘fácil’- por la asociación con el mundo deportivo, permitiendo que las personas puedan ser partícipes de las competiciones por la vía de apostar en su resultado, experimentando parte del riesgo y la adrenalina asociados a la posibilidad de ganar o perder”, señala Pablo Cifuentes, abogado y socio de CBC Abogados.
Acá, te contamos todas las claves de esta tendencia y explicamos los riesgos para evitar malos ratos.
¿Cómo funciona?
El primer paso es decidir la plataforma que se usará para concretar las apuestas. Acá, es clave fijarse en la reputación del servicio y en los reclamos que existen en línea. Al tratarse de un rubro informal, no existe un listado de empresas que funcionan bajo un ente regulatorio. Por eso es importante la investigación previa. “Se puede revisar su presencia en medios de comunicación y en redes sociales para tener un panorama más completo de su trayectoria y de su transparencia”, explica Hernán Díaz, académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca.
En paralelo, es fundamental definir un presupuesto fijo para el juego. Esto es muy importante, dicen los expertos, para no gastar más de la cuenta si los resultados no son los esperados.
Luego, dice Ángel Rubilar, analista senior de Libertex, hay que elegir los partidos: “En cada una de las alternativas que el usuario elija, debe marcar su opción y la cantidad de dinero que apostará, ya que de aquello depende cuánto recibirá a cambio de resultar ganador”.
Si el cliente apuesta por el equipo con más posibilidades de triunfar, la ganancia será menor, pero si se arriesga por un resultado inesperado, el beneficio será mayor (por ejemplo, los que apostaron por la victoria de Arabia Saudita contra Argentina, multiplicaron por 25 su inversión inicial en algunas plataformas).
¿En qué se puede apostar? Casi todo: resultado final, cantidad de goles exactos durante el encuentro, quién será el goleador, cuántas tarjetas amarillas habrá, entre otras cosas.
¿Y cómo obtener buenos resultados? Muchos usuarios se basan en datos duros. Actualmente existen diversas plataformas que ofrecen información histórica, pronósticos en vivo y asesoría personalizada. La mayoría de estos servicios son pagados (cuestan entre $ 10 mil y $ 15 mil mensuales y prometen sobre un 70% de efectividad) y tampoco están regulados. Los expertos, sin embargo, no las recomiendan.
Una de ellas es la empresa ApuestaSeguraCL. Su gerente general, Marcelo Acuña, indica que “el negocio de las casas de apuestas es atraer a más jugadores a través de las diversas ofertas con los bonos de bienvenida u ofertas recurrentes. El 95% de las personas pierde su dinero a través de las apuestas deportivas y juegos de casino digitales, ya que apuestan sin conocimiento estadísticos o lo hacen por intuición o pasión. El negocio es la falta de entendimiento de quienes ingresan y lo atractivo de ganar dinero rápido sin esfuerzo”.
Ni a la Superintendencia ni al Sernac
Si bien existen beneficios, los riesgos también son altos. “Se debe tener presente que, al carecer de regulación y tratarse de entidades con sede en el extranjero, en caso de experimentar problemas los usuarios no podrán recurrir ante la Superintendencia de Casinos de Juegos, al Sernac ni a ningún otro ente regulador y fiscalizador nacional, quedando entregados a la fórmula de resolución de disputas que resulte aplicable al respectivo portal, con las dificultades que ello pudiera aparejar”, explica Cifuentes.
Algo distinto aporta Ángel Rubilar, analista senior de Libertex: “Dentro de los riesgos más claros es no tener una gestión de capital y caer en un espiral emocional de decisiones. Es recomendable gestionar cada evento con un capital fijo, contar con metas para generar retiros y buscar eventos que quizás sean menos rentables, pero sean más predecibles. Así es posible dar a la cuenta del apostador mayor control y diversificación, que a la larga puede significar, por ejemplo, alcanzar a apostar a todos los partidos del mundial sin tener que generar un nuevo depósito”.
Por su parte, el abogado Eduardo Sboccia, ex gerente legal y de asuntos públicos del Grupo Enjoy, y especialista en la industria del juego y entretenimiento, también comparte un duro análisis: “Los principales riesgos asociados derivan de la falta de control de identidad a los jugadores, ausencia de control de mayoría de edad, falta de políticas para prevenir adicciones, deficiencia en el control del lavado de activos y financiamiento del terrorismo, peligroso cruce con la corrupción deportiva, y riesgo de incumplimiento en el pago de las apuestas”.
"US$ 150 millones"
Hernán Díaz, académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, dice que las apuestas deportivas online operan fuera de la ley en Chile. Sin embargo, se ingresó a principios de año un proyecto de ley que está en discusión y que busca normar esta industria. Hoy auspician a una decena de equipos de fútbol y sus retornos van al alza. Sólo en Chile, se calcula, mueven US$ 150 millones. Y el Ejecutivo estima que podría recaudar unos US$ 55 millones anuales en impuestos”.