Nadie lo supo entonces, pero el 5 de julio de 2007 comenzó el cambio fundamental del fútbol chileno.
Fue por una deshonra, la verdad. Un episodio que no enorgullece a nadie, pero que de tan vergonzoso se convirtió en el justificativo para remover los cimientos y permitir la revolución que llevó a Chile a ganar dos Copa América, ser finalista de la Copa Confederaciones y ser considerada uno de los mejores equipos nacionales del mundo.
Se trató del Puerto Ordazo, esa mañana de locura de Jorge Valdivia, Rodrigo Tello, Reinaldo Navia, Pablo Contreras, Jorge Vargas y Álvaro Ormeño, aunque este siempre lo negó, en el restaurant del hotel Mara Inn, en Puerto Ordaz, donde la selección chilena se concentraba luego de terminar en el tercer lugar -pero clasificada- de la fase grupal de la Copa América de Venezuela.
En estado de ebriedad, la mañana después del 0-0 ante México en Puerto La Cruz, entre mesas, sillas y el bufé para el desayuno, los futbolistas se lanzaron jamón y mermelada, y hasta le hicieron insinuaciones de tono sexual a personal del hotel. Se creyeron chistosos, pero el escándalo fue mayúsculo.
VEA ACÁ LA COBERTURA DE TELETRECE ESE DIA
Dos días después, "La Roja" de Nelson Acosta era eliminada por Brasil, en cuartos de final, de forma humillante, como si la resaca de esa mañana indigna aún no hubiese pasado: 6-1.
Contreras, Valdivia y Ormeño entraron a la cancha esa vez. Sería la última en mucho tiempo para los dos primeros; para el lateral, en cambio, la definitiva.
Una vez de regreso a Santiago, se vendrían los castigos para todos los involucrados.
Cada uno de ellos recibió 20 partidos, aunque con el tiempo y perdones de por medio la sanción se les reduciría a la mitad a todos salvo a Ormeño, quien nunca reconoció su culpa así es que sintió que no le cabía disculparse.
Pese a que se cumplió a medias, se trató de una medida ejemplificadora. Sin embargo, no fue lo más relevante para la historia del fútbol chileno, que después de eso ha sabido de incidentes por parte de seleccionados. Inolvidable será el incidente en el Tavelli y el Bautizazo protagonizados, entre otros, por el mismo Jorge Valdivia.
Los malos hábitos son duros de matar.
Lo más importante fue la renuncia que presentó casi en simultáneo Nelson Acosta a su segundo período a cargo de "La Roja".
VEA ACÁ LA PRIMERA CONFERENCIA DE MARCELO BIELSA COMO DT DE CHILE
Su salida provocó que el presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls, elegido a finales del año pasado, hiciera gala de los contactos ganados en su período como personero FIFA y convenciera a Marcelo Bielsa, el influyente seleccionador argentino que se encontraba libre desde que dejara la "Albiceleste" en 2004, de mudarse al complejo Juan Pinto Durán.
Hacía rato que el timonel tenía el nombre del "Loco" en la cabeza. Ha reconocido que lo telefoneó antes de que Acosta hiciera su anuncio, antes de que la selección tomara el vuelo de regreso a Santiago después de la eliminación.
El rosarino recién contestó luego del adiós de Acosta y de un viaje a la capital para evaluar en terreno la oferta.
El 10 de agosto de 2007, ante la incredulidad de muchos, Marcelo Bielsa firmaba como nuevo entrenador de la selección chilena y comenzaba la revolución.
Confiaba en que tenía el material humano suficiente para hacer un buen trabajo, en especial en esa selección Sub 20 que en la noche de ese mismo 5 de julio de 2007 vencía por 3-0 a Congo y clasificaba anticipadamente a los octavos del final del Mundial de Canadá, del que resultaría tercera, con los aportes principales de Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Mauricio Isla y Christopher Toselli.
No fue fácil, hubo duros y criticados tropezones en el camino; tampoco se celebraron títulos en sus casi cuatro años en la banca, una tabla de medición necesaria para algunos, Vidal, figura absoluta de "La Roja" de los últimos 10 años, entre ellos.
Ese germen, esa confianza y metodología de trabajo que le inculcó a una generación brillante de futbolistas, tienen una cuota fundamental en los éxitos posteriores y el presente de la selección.
Y todo partió una infame mañana de juerga en Puerto Ordaz, Venezuela, una de esas confirmaciones de que se aprende de todo y que de lo malo puede salir algo bueno.