El español Rafael Nadal, dos del ranking mundial, conquistó este domingo su cuarto US Open y se colocó a un Grand Slam del récord de 20 que sostiene Roger Federer.
El mallorquín de 33 años, que este año ganó Roland Garros y fue finalista en Australia, se impuso al ruso Daniil Medvedev en difícil partido a cinco sets que terminó con parciales de 7-5, 6-3, 5-7 y 6-4 en 4 horas y 50 minutos.
Con el título de este domingo, Nadal quedó a un título del récord de cinco US Open que mantienen Federer, Pete Sampras y Jimmy Connors.
La "bestia", la "máquina", el "león": todos calificativos que calzaron en el juego del español de 33 años, que disputaba su vigésima séptima final de Grand Slam y la quinta en el campeonato de cancha dura en Nueva York.
Pero al frente tuvo a un Medvedev aguerrido, lejos del muchacho que cayó en agosto en Montreal, forzando el cuarto y quinto set después de estar 2-0 abajo en el marcador.
Al terminar, Nadal se lanzó al piso emocionado, escondiendo entre las manos las emociones de este partido que se quedó corto por cinco minutos de la final más larga en la historia del US Open.
Luego dejó que todos vieran sus lágrimas mientras veía un video con todos los triunfos de su larga y exitosa carrera.
De menos a más
El 5 en el ranking mundial, que buscaba convertirse en el primer ruso en ganar el US Open desde que Marat Safin venció a Sampras en 2000, luchó hasta donde pudo, forzando el cuarto set, respondiendo a casi todo lo que mandaba Nadal, moviéndose bien y respondiendo con un juego mixto que incluyó mucha pelota en la malla, con el que supo poner al español contra las cuerdas.
El primer set pudo concretarse en el décimo game, cuando el marcador estaba 5-4 a favor del español, con el saque poco afinado, pero el ruso, que salvó en el anterior tres puntos de quiebre, metió el 5-5 como con las uñas.
Pero no fue suficiente para evitar el 7-5, donde no tuvo más remedio que capitular su saque.
El segundo comenzó como el primero, con chance de quiebre que Medvedev no supo aprovechar, mientras que el español dejó escapar la delantera después de tener triple punto de quiebre en el cuarto. El español se anotó los tres games siguientes y sirvió para poner, sin dificultades, el 6-3 en la pizarra.
Medvedev, que mostró su peor cara en ese segundo set, trató de seguirle al ritmo a Nadal en los rallies largos, pero era difícil cuando al frente tenía a esa "máquina", como él mismo llamó a su oponente.
En el cuarto set Nadal comenzó a meter el pie en el acelerador, jugando más agresivo, puntos más cortos, como desesperado ya por levantar el trofeo, mientras Medvedev volvía a agarrar aire, no se rendía y sacaba energía de donde podía -comiendo sus bananas- para forzar otro set.
Después de estar abajo por quiebre 3-2, rompió el servicio a Nadal y llegó a ponerse 5-4 en el marcador.
"Med-ve-dev, Med-ve-dev", retumbó en la tribuna. Tal vez por apoyo al ruso o simplemente para extender las emociones de la final del último Grand Slam del año, pues hasta hace nada, era el villano del torneo por su conducta anterior en la cancha, que incluyó un gesto obsceno al público y maltrato al recoge bolas
Esa página parece pasada y en respuesta al armisticio con el Arthur Ashe, Medvedev rompió y sacó el 7-5 que lo mantuvo con vida un set más.
El quinto de la muerte
Arrancó el cuarto salvado un doble break point de Nadal y en el siguiente, cuando también tuvo chance de quebrarlo, lo desperdició, con el mallorquín salvando su saque con una paralela asombrosa, que dejó al ruso perplejo en la red.
Y así transcurrió el cuarto, sin quiebres hasta el décimo juego cuando el ruso puso el 6-4 en el marcador.
En el quinto Nadal levantó cuatro boleas de 'break' ante un Medvedev, que comenzaba a luchar contra los calambres que le han azotado en todo el torneo.
El 3-2 a favor del balear llegó con un quiebre en el quinto game, que se le venía negando desde hacía set y medio.
Era el combustible que necesitaba para cerrar el torneo, aunque el sufrimiento se extendió cinco games más, con una sanción por tiempo de saque incluida, ante un ruso que se negaba a aceptar la derrota y luchó con la misma intensidad del inicio.