Reuters
Líderes religiosos y políticos se unieron el viernes a celebridades, estrellas del deporte y decenas de miles de personas para despedir a Muhammad Ali, el legendario boxeador y líder de los derechos civiles que se convirtió en una de las mayores personalidades del siglo pasado.
Ali, quien se convirtió al Islam y perdió tres años de su carrera pugilística por negarse a hacer el servicio militar durante la Guerra de Vietnam, murió hace una semana a los 74 años. Era considerado como uno de los hombres más respetados en Estados Unidos.
Su viuda Lonnie Ali, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y líderes de varias religiones hablaron del hombre que pasó de ganar el oro olímpico en 1960 a ser tres veces campeón del mundo de peso pesado, en una ceremonia que reunió a unas 15.000 personas en un estadio deportivo de Louisville, en el estado de Kentucky.
Más temprano el viernes, unas 100.000 personas lanzaron flores y aclamaron a Ali ante el paso del cortejo fúnebre que trasladó el cuerpo del ex campeón por varios puntos de referencia de la ciudad, entre ellos la casa de su infancia, ubicada en una zona tradicionalmente afroamericana, y el museo Muhammad Ali Center.
"Si a Muhammad no le gustaban las reglas, las reescribía", dijo Lonnie Ali. "Su religión, su nombre, sus creencias lo eran todo para él, sin importar el costo".
Clinton se refirió a Ali como "un soldado universal de la humanidad" en una ceremonia en la que se vio una inusual combinación de políticos, deportistas y líderes religiosos, testimonio de su impacto en muchos aspectos del siglo XX.
Billy Crystal le puso un tono más desacartonado al homenaje con una rutina en la que imitó a Ali. "Una vez cada 1.000 años uno tiene la posibilidad de escuchar a Mozart, ver a Picasso o leer a Shakespeare. Ali era uno de ellos", dijo el actor. "Se ha ido, pero nunca morirá".
Entre los portadores del féretro de Ali estuvieron el actor Will Smith, que obtuvo una nominación al Oscar por interpretar el papel principal en la película del 2001 "Ali", y el ex campeón de peso pesado Lennox Lewis.
La maestra jubilada Cathy Oost, quien vive en Louisville, era una de los cientos de personas reunidas bajo un cielo despejado a las puertas del cementerio para presentar sus respetos a quien es considerado ampliamente como el mejor púgil de la historia. Llevaba un cartel que decía: "Nuestro Campeón, nuestro héroe".
"Defendió sus creencias cuando era impopular y difícil hacerlo. Todos necesitamos hacer más eso", dijo Oost, mientras que Bridget McKay, de 45 años, también en las afueras del cementerio, comentó que estaba en el lugar para ser testigo de la historia.
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