Es una experiencia que lleva a extremos el cuerpo y la mente. Una competencia única, sobre caballos casi salvajes, a través de parajes milenarios una vez recorridos por los heraldos del imperio mongol.
"Fue la aventura más increíble que haya tenido jamás", le dice a la BBC la sudafricana Byeronie Epstein, quien alcanzó la victoria en este evento único: el Mongol Derby.
¿De qué se trata?
- Es una carrera de caballos 1.000 kilometros, la más larga del mundo,
- en la que compiten unos 40 jinetes,
- los cuales recorren una gigantesca red de 25 estaciones a través de la estepa de Mongolia,
- cambiando sus caballos semisalvajes en cada estación.
La carrera recrea el legendario servicio postal que le sirvió a Genghis Khan (1162-1227) para formar y mantener el imperio contiguo más extenso de la historia.
En el mejor momento, una carta podía salir desde Jarjorin, en el este, y llegar al Mar Caspio, en el extremo occidental del imperio -una distancia de 6.800 kilómetros-, en dos semanas.
Los jinetes postales siguieron transportando correo por esta vía hasta 1949, cuando la Unión Soviética, que para entonces tenía a Mongolia bajo su control, clausuró el sistema.
Bello y difícil
Los participantes pasan las noches con familias de pastores nómadas locales o acampando bajo las estrellas.
Pero si eso suena romántico, no hay que olvidar que durante el día deben enfrentarse al extremadamente variable paisaje mongol, que los reta con pases altos, colinas boscosas, cruces de ríos, humedales y llanuras aluviales, dunas de arena, colinas semiáridas y cauces secos, así como los famosos pastizales abiertos.
Y como si eso fuera poco, armados apenas con un mapa de la zona, un GPS y un rastreador personal, deben enfrentarse a todo ese terreno montando un caballo distinto cada 40 kilómetros, teniendo que ajustarse al temperamento errático de un animal semisilvestre cada vez.
"Semisilvestre significa que no han sido montados mucho", explicó Epstein.
"No están acostumbrados a tener sillas de montar ni seres humanos encima de ellos. Uno tiene que tener mucho más cuidado con ellos, moverse más despacio, y cuando los estás montando hay que estar conciente de que pueden de repente frenar o empezar a galopar... ¡antes de montarme a esos caballos yo chequeaba el GPS pues apenas me subía salían disparados!".
Las emociones
Los jinetes, que pueden ser profesionales, semiprofesionales o amateur, tienen 10 días para completar la ruta. La campeona de este año llegó a la meta en 8 días.
"El momento más difícil ocurrió el tercer día. Tenía un problema en la rodilla que no me dejaba caminar y me había tocado un caballo que decidió que no se iba a mover más, cuando aún estaba a 30 kilómetros de la siguiente estación. Sólo fue una hora más tarde, cuando aparecieron otros jinetes que tomaron la misma ruta que yo, que logré -gritando- hacer que el caballo siguiera a los de ellos".
"Esa fue la parte más difícil, mentalmente. Porque efectivamente es extenuante físicamente pero lo más árduo es la parte mental".
De hecho, para ser aceptado como participante en este derby, hay que someterse tanto a pruebas físicas como psicológicas, pues los organizadores deben asegurarse de que los concursantes puedan soportar el estrés de arreglarselas sólos en lugares inhóspitos y desconocidos.
El cuerpo
Y, ¿cómo prepararse para un reto que requiere de tal resistencia?
"Yo empecé por hacer mucho ejercicio para mejora mi nivel de acondicionamiento cardiovascular -yendo al gimnasio, corriendo mucho- y luego me fui a Texas, a entrenar con Justin Nelzin, quien ganó el Mongol Derby en 2010", le contó a la BBC Epstein.
"Él tiene una granja con seis caballos. Estuve allá seis semanas y montaba desde la mañana hasta el atardecer, para acostumbrarme a montar por largos períodos de tiempo. Justin también me ayudó a prepararme mentalmente: hay que aprender a orientarse, a encontrar el camino y a poder enfrentar y lidiar con lo que se presente".
"¡Fue loco, pero fue asombroso!".