Por AFP
Fue un mago del fútbol, un artista que hizo sonreír al balón y con él llegó a la cima del mundo. Hasta que se aburrió de las alturas. Después de dos temporadas sin equipo, Ronaldinho Gaúcho se retira a los 37 años de un juego donde ya es una leyenda.
Campeón del mundo con la selección en 2002 y ganador del Balón de Oro en 2005, el astro brasileño se despedirá con varios partidos del deporte que revolucionó con sus geniales jugadas, pero por el que no sacrificó sus noches.
Así lo anunció su hermano y representante, Roberto Assis, oficializando lo que el propio Ronaldinho ya venía insinuando desde hacía meses: 'O Bruxo' -vencedor también de una Copa América (1999), una Liga de Campeones (2006) y una Libertadores (2013), entre otras- estaba de salida.
"Estoy realizado. No me falta nada. A veces siento nostalgia de jugar un clásico. No me gusta ni ver fútbol. Nunca me gustó verlo. Me gusta ver goles, mejores momentos... No me gusta quedarme viendo un partido", confesó en diciembre a SporTV.
Él había nacido para divertirse jugando, y así se lo reconoció un Santiago Bernabéu en pie cuando lo despidió entre aplausos en el Clásico de 2005, pese a la dolorosa derrota a la que acababa de condenar al Real Madrid (3-0). Nadie podía resistirse al hechizo de ese talentoso brasileño que había puesto a bailar a un Barcelona hasta entonces deprimido.
Y no dejaron de celebrar. Con él como volante ofensivo, el Barça fue bicampeón español (2005 y 2006) y conquistó la Liga de Campeones en 2006, convirtiéndole en uno de los jugadores más queridos de un club del que ahora es embajador.
"Jogo bonito"
Pero antes de llegar a España en 2003, este joven humilde de la sureña Porto Alegre que perdió a su padre cuando era un niño, y se empeñó en seguir los pasos de su hermano mayor, ya hacía tiempo que volaba.
Nacido en 1980, Ronaldo de Assis Moreira debutó como profesional en el Gremio de su ciudad con apenas 17 años y sus destellos no tardaron en atraer al París Saint-Germain, que le contrató en 2001.
Allí cumplió con altibajos y chocó con el fuerte carácter del técnico Luis Fernández, quien no aprobaba su gusto por la fiesta. Nacía así la leyenda nocturna de 'Dinho', casi tan intensa como sus éxitos en los gramados.
Pese a todo, el fútbol espectacular que dejó en Francia y su importancia en la conquista de la Copa del Mundo del 2002 con Brasil fueron su trampolín hacia el Barça, donde no sólo brilló como nunca, sino que fue clave en la adaptación de un tímido adolescente que aterrizaba entonces en la élite. Se llamaba Lionel Messi.
"Siempre te estaré agradecido por lo fácil que me hiciste todo cuando llegué al vestuario. Tuve la suerte de compartir muchas cosas con vos y me alegro muchísimo porque, además de un fenómeno con la pelota, sos una grandísima persona", le escribió este miércoles 'La Pulga' en Instagram, junto a una foto de ambos bromeando en un entrenamiento.
Declive
A partir del Mundial de Alemania en 2006, en el que Brasil perdió en cuartos, Ronaldinho ya no volvió a ser el mismo. Comenzó entonces su ocaso en el Barça hasta acabar siendo transferido al Milan en 2008, donde nunca colmó las expectativas.
De allí saltaría al Flamengo antes de recalar en el Atlético Mineiro en 2012, para vivir su última juventud.
En el 'Galo' recuperó aquella sonrisa que le hizo imparable y condujo al club a la conquista de su primera Libertadores, en 2013. Convertido entonces en una leyenda del Mineiro, y de nuevo convocado para la selección, muchos pensaron que el mago estaba de vuelta, pero en 2014 sorprendió transfiriéndose al Querétaro.
Su aventura mexicana duró apenas un año y acabó regresando al Fluminense, del que tras un breve pasaje se desvincularía en septiembre de 2015.
Desde entonces, se embarcó en una gira mundial de eventos mientras sus recurrentes salidas y visibles cabellos blancos, que confesó teñirse desde los 20 años, le alejaban cada vez más de las canchas profesionales.
Hace unas semanas llegó a especularse incluso con su posible candidatura a senador como miembro de un partido de extrema derecha. Aunque, de momento, al 'Bruxo' solo parece interesarle una cosa.
"La pelota es la compañera de mi vida. No he estado con nadie más tiempo que con ella", aseguró el año pasado en una entrevista con la televisión catalana.