Sus impecables piruetas en el aire, elegantes saltos acrobáticos y giros interminables parecen mostrar una flexibilidad casi sobrehumana.
Pero los entrenamientos para lograrlo a menudo dejan un reguero de lágrimas y sudor en el camino.
Ser gimnasta olímpico requiere un enorme sacrificio.
"Lo llamamos gimnasia feliz", le dijo a Reuters Zhu Zeng Xiang, director de la Escuela de Atletismo Amateur para Jóvenes de Shanghái Yangpu, en China.
Sin embargo, estas fotos de algunos de sus pupilos muestran lo duro que puede ser.
La cuenta atrás ha comenzado. El objetivo: obtener el oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Brasil, que se celebran en tan solo tres meses.
Pero lograrlo no es fácil. El sacrificio es físico y mental.
La Escuela de Atletismo Amateur para Jóvenes de Shanghái Yangpu es uno de los centros de China que prepara a los alumnos para competiciones olímpicas..
Cada vez hay menos padres dispuestos a llevar a sus hijos a estas escuelas, muchas de las cuales tuvieron que cerrar sus puertas en la última década.
La política de hijo único del país no ayudó, y tampoco lo hizo su sistema educativo que exige a los alumnos el doble de horas de estudio diarios que el promedio mundial.
China ha cosechado importantes éxitos desde su retorno a la competición en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980.
Pero la popularidad de las escuelas de gimnasia rítmica y artística ya no es tan alta como lo era en las décadas de 1980 y 1990.
Representantes de la Escuela de Atletismo Amateur para Jóvenes de Shanghái Yangpu se pasean por los parvularios para promocionar la gimnasia como actividad extraescolar.
Una "gimnasia feliz" cuyos resultados se miden en medallas olímpicas.