Es casi medianoche en Phoenix y el calor no afloja. Debemos andar por los 38 grados y en la mesa de al lado en Denny’s, tres uruguayos nos miran con bronca hasta que no se aguantan.
"¿Ustedes son los comentaristas de Canal 13 de Chile?", preguntan de manera innecesaria, porque las camisetas tienen el logo naranja y el pabellón nacional lo suficientemente destacado como para dejar contento a cualquier ejecutivo de la emisora y al propio Andrónico.
Trago saliva, porque sé que no hay nada peor que un uruguayo enojado. “Estamos escuchando la radio y dijeron que ustedes se mofaron porque nos tocaron el himno chileno antes del partido”, dice la señora –que ataca una ensalada de chicken con avocado- con el ceño fruncido.
En Uruguay se molestaron por el error en el himno (Foto: AFP). |
Hago memoria, porque uno que es tonto y zampoñero, que relativiza las fronteras latinoamericanas y que desprecia La Haya, capaz que se pusiera a contar chistecitos en un momento tan crítico y lamentable para la moral charrúa. “Es un himno bonito”, les digo a modo de consuelo. “Habla sobre el asilo contra la opresión, se refiere a la patria como algo dulce y a ratos parece un gospel, sobre todo en esa parte donde dice puro Chile es tu cielo azulado...Eso ya no existe, ni siquiera en Aysén”.
No quedan satisfechos, obviamente. El negro Palma anda mostrando un vídeo que le mandó a un amigo, como tres horas antes del partido, cuando el estadio estaba vacío y ensayaban la previa, equivocadamente. Pero eso es historia. Los uruguayos andaban enojados por muchas cosas después del partido como para quedarse pegados con el himno. Dicen que el guardalíneas los provocó tocándose la genitalidad ante sus reclamos, que “Chicharito” los insultó en el festejo y que los bañaron de cerveza porque, seamos honestos, en la tribuna el combate era desigual. Había como 65 mil mexicanos contra un puñado de orientales, pero así es como les gusta a ellos y como armaron su propia leyenda.
No recuerdo haber contado chistes, les reitero. No corresponde, por cierto. El himno es sagrado, hasta en una ciudad fantasma del lejano oeste, en el desierto de Arizona, con un calor inimaginable, donde nada parece demasiado real.