Primero fue Russell Westbrook quien logró su 11º partido consecutivo con el mítico triple doble para superar uno de los récords que todavía mantenía en su poder el legendario Wilt Chamberlain.
Luego fue el turno de James Harden, quien este miércoles anotó 42 puntos para igualar la segunda racha más larga de la historia consiguiendo 30 o más puntos por partido, también en poder de Chamberlain.
La marca de 31 juegos consecutivos de Harden todavía está lejos de los 65 partidos que la estrella de los Filadelfia 76ers y Los Ángeles Lakers alcanzó entre 1961 y 1962, pero eso no ha impedido que haya recibido todo tipo de elogios en la prensa y entre los aficionados en Estados Unidos.
Ha sido tanta la algarabía por las hazañas de Westbrook y Harden que en una rueda de prensa el martes le preguntaron al considerado mejor jugador de baloncesto de la historia, Michael Jordan, cuál de las dos hazañas tenía más mérito.
"¿Qué es más complicado desde el punto de vista de un jugador? Seis campeonatos, por supuesto", respondió haciendo alusión a los seis anillos de campeón de la NBA que conquistó en la década del 90.
Hace un par de años, cuando los Golden State Warriors superaron la marca de los Chicago Bulls de más victorias en la temporada regular gracias al espectacular aporte de Stephen Curry también se llegó a mencionar sus récords como un argumento para hablar de él como uno de los mejores de todos los tiempos.
Incluso hubo otras leyendas del baloncesto, como LeBron James y Earvin "Magic" Johnson, que llegaron a reconocer que no habían visto a "alguien así en la historia del baloncesto".
James es otro de los habituales en las tertulias y debates sobre quién ha sido el mejor de todos los tiempos gracias a sus impresionantes estadísticas, pero sus detractores aseguran que no se puede enfocar la discusión solo en sus logros individuales.
Y es aquí donde toman fuerza las palabras de Jordan, quien defendió sus títulos colectivos por encima de las hazañas que logró como jugador.
¿El mejor?
Lo que llama la atención es que Jordan no es el jugador con más títulos de la NBA, honor que recae en Bill Russell con 11.
Tampoco es quien más puntos tiene (Kareem Abdul-Jabbar), rebotes (Chamberlain) o asistencias (John Stockton).
Pero si lo viste jugar sabes por qué pocos dudan en calificarlo como el mejor de la historia.
Algo parecido ocurre en otros deportes.
En fútbol, por ejemplo, la mayoría de los aficionados colocan al brasileño Pelé un peldaño por encima del argentino Diego Armando Maradona, aunque hay quienes, en especial las generaciones más recientes, prefieren a jugadores como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo.
Estos últimos cuentan con un palmarés con cinco balones de oro cada uno, numerosas Champions League y una regularidad goleadora que nadie hubiera podido imaginar en el fútbol moderno.
Pero no han podido conquistar una Copa del Mundo con sus países y eso es algo por lo que los puristas del balón arguyen que no pueden estar a la altura del astro brasileño o del propio Maradona.
Otro caso ocurre en Fórmula Uno, donde Michael Schumacher es por estadísticas el número uno, pero para la mayoría de los amantes del automovilismo nunca ha habido alguien como el brasileño Ayrton Senna.
Incluso por encima del argentino Juan Manuel Fangio.
Intangible
La prematura muerte de Senna impidió saber hasta dónde hubiera podido llegar en su carrera en cuanto a récords, pero los números no han hecho falta para defender su posición como el mejor piloto de la historia.
Los que apoyan esa teoría hablan de que se trata de algo intangible, de una trascendencia que fue más allá de la pista.
Algo que también se asocia con Jordan y el impacto que tuvo más allá del baloncesto.
O el suizo Roger Federer y la estadounidense Serena Williams en el tenis.
Son deportistas cuya excelencia en la arena deportiva les ha permitido convertirse en fuente de inspiración para generaciones de aficionados fuera de ella.
Es de allí que sean tan difícil alcanzar un consenso.
Porque definir qué hace a alguien ser el mejor cuenta con un elemento de subjetividad que cada uno interpreta a su manera.
O si no, ¿cómo se explica que los seis títulos del mítico 23 de los Bulls pesen más que los 11 de Russell con los Celtic?