"Nunca, nunca juegues con la FIFA".
Esa es la lección que la estadounidense Molly Zuckerman, de 24 años, aprendió la primera semana del Mundial de fútbol de Rusia, tras ser llevada a uno de los lugares más surrealistas que dice haber conocido.
En el sótano del estadio de San Petersburgo, a los pies de una horda de aficionados que llenaban las gradas y vibraban en el partido entre Rusia y Egipto, Molly y otras seis personas fueron encerradas en un calabozo durante cinco horas bajo la atenta mirada de decenas de guardias de seguridad contratados por la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial.
El juego comenzó a las 21:00 hora local. Cuando terminó 3-1 para los rusos, sobre las 11 de la noche, Molly y sus compañeros desconocidos continuaban en el subsuelo.
El paso por la sorprendente "prisión de la FIFA", tal y como Molly la describe, ocurrió después de que la estadounidense fuera sorprendida tratando de entrar en el estadio con la identidad de una amiga.
Embarazada y sin ganas de ir al partido, la amiga en cuestión ofreció la entrada a Zuckerman. Sus amigos sugirieron que utilizase su Fan ID (la identificación oficial emitida por la FIFA para el torneo).
"Fui a varios partidos. Solo te miran el Fan ID y la entrada. Pasas la entrada por el lector digital y entras. Así de simple", le dijo un amigo.
Zuckerman recordó el final de su adolescencia, cuando entraba a fiestas donde servían bebidas alcohólicas con documentos falsos.
"Lo peor que puede pasarme es que me manden de vuelta a casa", pensó.
Pero un Mundial de la FIFA es muy diferente a las celebraciones de la ciudad natal de la joven, en California.
"Una práctica normal"
La FIFA confirmó a BBC News Brasil la existencia de áreas de detención y celdas en estadios.
"Como parte de los preparativos de seguridad y los estándares que aplica Rusia en grandes espacios como centros deportivos, la mayoría de los estadios de fútbol en nuestro país están equipados con salas de detención temporales", explicó en un comunicado el comité local de organización del Mundial.
"Estos (espacios) están previstos para una posible detención de personas o aficionados indisciplinados. Por lo que sabemos, es una práctica normal en muchos países alrededor del mundo", señaló el comité a través de su oficina de prensa.
"Mi rostro me delató", reconoce Molly, quien trabaja de periodista 'freelance'.
Uno de los guardias de seguridad a la entrada del estadio notó que Zuckerman no se asemejaba a la joven que aparecía en la fotografía del documento de identificación de la FIFA y llamó a un compañero.
"Enseguida aparecieron al menos 30 guardias de seguridad. 30, sin exageración, alrededor mío. En unos 20 minutos. Uno de ellos revisó mi bolso y encontró mi identidad real".
Ahí comenzó el periplo por el sótano del estadio, uno de los más avanzados de Rusia, ubicado en una isla en el mar Báltico.
Construirlo llevó diez años. Las obras concluyeron en 2017 y supusieron una inversión de US$1.100 millones.
"No era un espacio grande", cuenta Zuckerman sobre la prisión en el subsuelo. "Eran muchos policías y yo, una mexicana que dio la entrada de su hija a su guía turística, también presa; dos hombres muy bebidos, uno más joven y otro más mayor. Siete en total".
El espacio claustrofóbico tenía tres celdas cerradas por barras de hierro, como en una prisión corriente. Los tres hombres en estado de ebriedad fueron encerrados en estas celdas, aislados de los demás. El resto, incluida la estadounidense, se quedaron sentados en sillas plegables de metal o de pie, en una zona aislada junto a las celdas.
En otra sala, los guardias discutían en ruso qué hacer con los detenidos.
Sentado en una mesa junto a los detenidos, un funcionario recogía sus declaraciones.
La FIFA confirmó que la aficionada estadounidense esperó en el área de detención, fuera de las celdas.
"Según la información recibida por el comité organizador local por parte de las autoridades policiales locales, (la estadounidense) no fue encerrada en una de estas salas y solo se le solicitó que esperase mientras se verificaba su información y se realizaba el informe necesario", indicó el organismo.
"Tal y como la mujer afirmó, ella era consciente de que infringió las normasde uso del Fan ID", añadió el comité de la FIFA.
Zuckerman vive entre Rusia y Estados Unidos y aprendió el idioma de Dostoievski en la escuela, lo que según cuenta, le ayudó a comunicarse con los guardias y en la interlocución con los demás presos.
"Escuché a uno de los guardias de seguridad burlándose con otro de que podría ser una espía de Estados Unidos, tramando algo", recuerda la joven.
"¿Qué tipo de espía utilizaría la identidad de una mujer totalmente diferente en un juego de fútbol hipercontrolado y, lo que es peor, traería su identidad real dentro de su bolso?", se pregunta sin embargo Zuckerman.
Una multa de US$50
La FIFA no respondió a si la existencia de celdas en los estadios aparece en algún documento oficial de la entidad.
Y pese a ser privados de libertad, las autoridades no confiscaron los celulares de Zuckerman ni de los demás detenidos. De hecho, fue con ese teléfono con el que la joven tomó las fotografías que ilustran este reportaje.
"El hombre que encontró mi identidad real en mi bolso fue bastante antipático, los demás guardias de seguridad fueron amigables conmigo todo el tiempo, se reían y jugaban mientras yo esperaba", explica.
Después de prestar declaración, reconocer su error y ser llevada a un puesto policial donde pagó una multa administrativa de US$50, la estadounidense fue liberada y no tuvo problemas con su pasaporte.
"Lo que más me preocupaba era el hecho de tener un visado válido para tres años y no poder volver más; tengo muchos amigos y trabajo aquí en Rusia".
En total, pasó poco más de cinco horas detenida.
En el comunicado enviado a BBC News Brasil, el Comité Organizador local hizo un llamamiento para que los aficionados en Rusia no infrinjan las normas locales utilizando una identidad ajena.
"El comité quisiera una vez más pedir a todos los aficionados que pongan atención a las reglas y que las cumplan en todo momento, por su propia seguridad y la de todas las personas presentes en la Copa del Mundo 2018".
La afición parece haber aprendido la lección.
"Fui muy ingenua al creer que la FIFA no podía hacer lo que hizo y descubrirme, nunca más volveré a hacer algo así", dice la estadounidense tras su experiencia.