36 años tuvo que esperar Perú para volver a jugar una Copa del Mundo.

La larguísima espera explica la enorme fiebre mundialista que se apoderó de ese país desde el minuto en que se confirmó la clasificación de la Blanquirroja a Rusia 2018.

Los que estuvieron en el Estadio Nacional de Lima y en la celebración en las calles de la capital peruana difícilmente olvidarán aquella noche de noviembre en la que se ilusionó un país.

Para Perú fue una verdadera hazaña llegar al Mundial, pero el verdadero desafío para Paolo Guerrero y los suyos era jugarlo.

Una aventura que concluyó este martes con la victoria ante Australia 2-0 en el tercer y último partido de la Blanquirroja.

Los dirigidos por Ricardo Gareca no desentonaron en ningún momento, pero las derrotas en los dos primeros juegos sellaron su suerte.

No es descabellado decir que Perú mereció más, pero se sabe bien que el fútbol es un deporte en el que puedes ganar o perder en un minuto sin que importe todo lo que hayas hecho el resto del partido.

Lo que emocionó

El drama no podía quedar fuera de la novela mundialista peruana.

La clasificación en repechaje tuvo un ingrediente extra que mantuvo al país en vilo hasta hace muy poco: el doping positivo de Paolo Guerrero.

El capitán peruano era posiblemente el jugador que más méritos había hecho para jugar el Mundial y las idas y venidas con su sanción mantuvieron el suspenso hasta la antesala misma del torneo.

Finalmente, Guerrero jugó, peleó cada balón que pudo y cerró su novela personal con un gol frente a los australianos.

Tal vez no sirvió de nada porque el equipo llegaba eliminado, pero eso le importó poco a las decenas de miles de peruanos que estaban en el estadio y lo gritaron a todo pulmón.

Mención aparte merecen los hinchas de la Blanquirroja, cuyo entusiasmo se hizo notar en las graderías y calles rusas.

La prensa mundial no escatimó en elogios por la alegría y calidez de los peruanos en una Copa del Mundo en la que algunos aficionados de otros países latinoamericanos son noticia por todo lo contrario.

Lo que se hizo bien

Ricardo Gareca es reconocido en Perú por los cambios que impuso en la selección.

Con el Tigre en el banquillo, la Blanquirroja dio un primer aviso de que crecía futbolísticamente al obtener el tercer puesto en la Copa América jugada en Chile en 2015.

En la eliminatoria fue de menos a más y, a medida que trepaba posiciones en la tabla, el equipo comenzaba a creer que la hazaña de clasificar era posible,

Jugadores talentosos no le faltaron a Perú en todos los años de sequía mundialista.

Por solo poner un ejemplo, cuesta creer que Roberto "Chorrillano" Palacios se jubiló sin jugar un Mundial tras intervenir infructuosamente en cinco eliminatorias.

Durante años Perú fue un país de buenos jugadores pero mala selección, por diversas razones. Todo eso cambió cuando Ricardo Gareca se hizo cargo.

La Blanquirroja volvió a ser, como en los años de Teófilo Cubillas, un equipo respetable y temible en Sudamérica y el Tigre mantuvo su ordenado esquema de trabajo hasta el desembarco final en Rusia.

No por nada suman y suman las voces en Perú que piden que se mantenga en el cargo y que no vuelvan los años de sequía.

Lo que faltó

La selección peruana jugó bien todos los partidos y cerró una digna actuación mundialista con la victoria sobre Australia.

Contra Dinamarca mereció cuando menos empatar el partido y en el segundo juego no fue menos que un equipo francés lleno de estrellas.

No se puede explicar la derrota del debut solo con el penal errado por el talentoso Christian Cueva, pese a que sus lágrimas de ese día y las de este martes dan la impresión que él no deja de culparse por la eliminación.

Perú tuvo varias oportunidades para marcar en ese juego y no supo aprovecharlas.

Si el remate de taco de Paolo Guerrero que pasó al lado del palo ingresaba se habría caído la cordillera de los Andes.

Tal vez eso es lo único que se le pueda cuestionar a Gareca, que privilegió el rendimiento colectivo sobre el olfato individual de Paolo y no lo alineó como titular en el primer partido.

En el siguiente encuentro, por momentos se vio a Francia arrinconada por los embates de un equipo que iba al frente consciente de que si perdía se quedaba fuera.

Sin embargo, el empate nunca llegó.

A Perú posiblemente le espere un episodio emotivo más.

Será cuando Paolo Guerrero y el resto de la selección sean recibidos en Lima y su afición les haga el merecido reconocimiento por volver con la frente en alto del Mundial.

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