Alemania fue durante años la selección que todos querían seguir, el punto de referencia en el mundo del fútbol.
Campeón del mundo en 2014, tras someter a su fútbol a un largo y meticuloso proceso de formación y desarrollo, el Mannschaft pareció por momentos invencible gracias a una exquisita técnica que combinaba a la perfección con su potencia física y mentalidad infranqueable.
Una máquina de fútbol que alcanzó su máxima expresión con la destrucción 7 a 1 de Brasil en Belo Horizonte y que logró la consagración venciendo a Argentina en la final.
Fue una demostración de poder pocas veces vista, superando a los dos gigantes sudamericanos para conquistar un territorio que ningún país europeo había podido en la historia del fútbol.
Pero en el momento que se levantó la Copa del Mundo también comenzó un proceso de recambio en la selección.
Siempre dirigidos por el técnico Joachim Low, Alemania fue asumiendo la salida de algunas de sus principales figuras abriéndole la puerta a nuevos jugadores, siempre fiel al estilo que le había dado tanto éxito.
Supo sobreponerse a la frustración de perder contra Francia en las semifinales de la Eurocopa 2016 completando unas eliminatorias perfectas al Mundial de Rusia.
También se impuso en la Copa Confederaciones en 2017 al vencer en la final a Chile con un equipo totalmente renovado, triunfo que pareció confirmar su favoritismo para defender con éxito su título en el Mundial.
Poco se podía presagiar por entonces lo que terminaría siendo el 2018 para la selección que inspiró la famosa frase del ex delantero inglés Gary Lineker de que el fútbol es un deporte en el que "juegan once contra once, y siempre gana Alemania".
Ya no.
La caída
Con la derrota que sufrió el martes ante Francia, Alemania quedó al borde de descender a la segunda división de la Liga de las Naciones, el torneo creada por la UEFA este año para incentivar los partidos entre selecciones y reducir el número de partidos amistosos en el calendario internacional.
Fue su segunda derrota consecutiva tras ser humillada el pasado fin de semana por Holanda y, según el estadístico español Alexis Martín Tamayo, mejor conocido como MisterChip por sus cuentas en las redes sociales, es la primera vez que ha enlazado cuatro partidos no amistosos consecutivos sin ganar en este siglo.
Pero además este año es la primera vez en toda su historia que suma seis partidos perdidos.
Dos de esas derrotas, frente a México y Corea del Sur, supusieron su eliminación en la fase de grupos del Mundial.
De hecho, en sus últimos 13 juegos, Alemania solo ha podido ganar tres partidos: Arabia Saudita (2-1), Suecia (2-1) y Perú (2-1).
Low le dijo recientemente a la BBC que tiene la confianza y motivación para guiar al equipo al Mundial de Qatar en 2022, pero la serie de resultados adversos que ha sufrido ponen un gran signo de interrogación a su continuidad en el cargo.
El problema
Aunque el entrenador es el principal señalado, una gran parte de responsabilidad recae sobre los jugadores que no han podido alcanzar el nivel de sus antecesores.
De la selección que estuvo este martes en el Stade de France, solo había cinco futbolistas que fueron campeones del mundo en 2014.
Y solo uno de ellos, Thomas Müller, formó parte del ataque hace cuatro años.
El retiro de Miroslav Klose, máximo goleador en la historia de los mundiales, dejó vacante una posición que Alemania no ha podido llenar.
En los 11 partidos jugados en 2018, Alemania ha anotado solo nueve goles y se ha quedado sin ver puerta en cinco encuentros.
De esos tantos solo tres fueron anotados por delanteros (Müller, Timo Werner y Marcos Reus), pero ninguno de ellos es el clásico número 9 como lo fue en su momento Klose.
A Alemania le quedan dos partidos en noviembre para tratar de comenzar a revertir la situación, pero para ello deberá conseguir un resultado favorable frente a Rusia y sobre todo contra Holanda.
Una victoria contra estos últimos podría evitar el descenso en la Liga de las Naciones, pero es posible que para entonces ya sea tarde.
Es por eso que, pase lo que pase, 2018 ya es un año para el olvido.