Tyson Fury produjo el despliegue más contundente de su vida pugilística para poner fin al reinado de cinco años de Deontay Wilder como campeón de la categoría pesada del WBC, en siete emocionantes asaltos del reencuentro que sostuvieron en Las Vegas.
El boxeador británico de 31 años propinó golpes a su rival de una forma en que pocos se hubieran imaginado, después del empate que registraron en su primer combate de 2018.
Fury tumbó a Wilder -considerado el más temible golpeador de la división- en el tercer y quinto asaltos y constantemente lo tuvo retrocediendo.
Un jab seguido de un derechazo -una combinación de golpes que con anterioridad ha sido muy efectiva para Wilder- envió al estadounidense a la lona ante un sorprendido público en la arena del hotel MGM.
Wilder, que estaba defendiendo su título por 11a. ocasión, cayó otra vez antes del campanazo -por un resbalón- y se notaba cansado y bajo presión, antes de que un derechazo y cruzado de izquierda al cuerpo lo tumbaran otra vez en el quinto round.
Fury entregó todo lo que había prometido, haciendo la transición entre un estilo de golpear y esquivar para luego presionar con numerosos golpes y abrumar su rival -hasta entonces invicto- hasta que su esquina tiró la toalla.
"Esto fue más que una victoria de título mundial, fue una declaración", dijo el corresponsal de la BBC en la arena de MGM, Luke Reddy.
Los días de depresión y sobrepeso que agobiaron a Fury y que le costaron los cinturones de campeón que había ganado en 2015 son ahora una cosa del pasado con esta espectacular victoria.