En la final del Mundial de Rusia 2018 en Moscú el pasado domingo, además de los jugadores de Francia y Croacia que se batían en la cancha, el protagonismo por unos segundos fue para los cuatro integrantes de del grupo punk Pussy Riot, que irrumpieron en el campo de juego disfrazados de policías.
Para unos fue una hazaña, para otros una molesta interrupción del partido.
Los cuatro manifestantes recibieron una pena de 15 días en prisión y se les prohibió asistir a cualquier evento deportivo durante tres años.
En una entrevista con Olesya Gerasimenko del servicio ruso de la BBC, Pyotr Verzilov, mánager del grupo y uno de los que saltó a la cancha, explicó lo fácil que fue comprar los boletos y los uniformes y saltarse las medidas de seguridad.
Verzilov dijo que la protesta fue para exigir la liberación de prisioneros políticos en Rusia, detener el arresto de personas que participan en mítines políticos o les dan "Me gusta" a ciertos contenidos en redes sociales y terminar con acusaciones criminales infundadas.
"Estábamos hablando por Rusia", le dijo a la BBC. "Durante todo el torneo de la Copa del Mundo, que realmente disfruté, no se pronunció una sola palabra de crítica (contra el gobierno). Discrepo categóricamente con los países occidentales que proponen un boicot a los eventos deportivos rusos. Pero por otro lado, no criticar lo que está sucediendo hoy en Rusia es incorrecto".
El plan
La protesta requirió cuatro semanas de planeación, dijo, aunque habían conseguido boletos para la final seis meses atrás.
"Compramos varias entradas en el sitio web de la FIFA, y los seguidores de Pussy Riot en otros países también nos consiguieron boletos", dijo Verzilov. "Nos sentamos en lugares normales, no estábamos en la zona VIP".
Según Verzilov, fue fácil conseguir los uniformes. Cuando la policía le preguntó cómo los habían conseguido, les respondió de la misma manera que hizo el presidente Vladimir Putin, cuando negaba que las tropas rusas estuvieran invadiendo Crimea.
"Les dije que el mismo Putin había dicho que estos días cualquier persona puede conseguir un uniforme militar", cuenta Verzilov. "Que era muy fácil comprarlo y que cuesta unos 5.000 rublos (US$80)".
Para lograr su apariencia, Verzilov se tuvo que afeitar por primera vez en tres años. "Le dije al barbero que me tenía que ver como un policía".
Por su parte, una de sus compañeras tuvo que usar una peluca, porque normalmente lleva el pelo rosado.
Los días previos al partido Pussy Riot ensayaron corriendo en una cancha de fútbol de la ciudad.
El día de la final, los cuatro fueron al estadio vestidos de manera normal, con los uniformes de la policía en sus mochilas. Nadie revisó sus bolsos, dijo Verzilov.
Durante el medio tiempo se pusieron los uniformes en los baños y bajaron hacia el campo durante la segunda mitad del partido.
"Nadie nos detuvo", dijo. "Conozco la psicología rusa: un uniforme de policía es sagrado. Fingí estar gritando en mi teléfono mientras me acercaba al campo de juego y le indiqué al guardia que me dejara pasar la puerta. Él la abrió de inmediato".
Luego, los manifestantes salieron corriendo a la cancha, chocando a algunos de los jugadores franceses antes de que los atraparan los agentes de seguridad y los sacaran del terreno de juego.
Interrogatorio
Algunas personas dijeron que la irrupción de Pussy Riot desconcentró a los croatas e hizo que perdieran el partido.
"No estoy de acuerdo con eso", señaló Verzilov.
Luego de que los detuvieran, Verzilov cuenta que los interrogaron.
"Comenzaron a gritarnos '¿Quiénes son ustedes?'". Luego de eso sonó el teléfono del coronel que nos estaba interrogando. El contestó y dijo 'comandante, no, no es de los nuestros? No es de los nuestros comandante'.
En una grabación de parte del interrogatorio, se ve a un agente que les dice a los cuatro que han avergonzado a Rusia y que la FIFA impondrá una multa considerable por sus acciones.
La FIFA no ha respondido a las solicitudes del servicio ruso de la BBC sobre si Rusia es responsable de una multa o cualquier otra sanción por la invasión de la cancha.
"Nosotros no somos responsables por estas multas", dice Verzilov. "Si el sistema de seguridad funcionara, los guardias nos habrían detenido".
"Si la FIFA decide multar, aunque no haya una organización tan corrupta como la FIFA que imponga su juicio moral, los organizadores y los agentes de seguridad deberían pagar".