-¿Leíste el borrador completo del texto constitucional? ¿Qué impresión te quedó?
-La primera palabra que se viene a la mente es desilusión. Acá habían muchas esperanzas depositadas por una mayoría bastante contundente, que en el plebiscito de entrada se manifestó por la opción Apruebo. Fue una aplanadora, que se manifestó por una nueva constitución para el siglo XXI, que se hiciera cargo de establecer bases para el desarrollo del país y el bienestar de los sectores más postergados. Sin embargo, la Convención no tuvo la capacidad política de dar una solución a esa demanda. Después de leer los 499 artículos que componen el borrador, y que están siendo armonizados, el texto se puede resumir en una palabra: Estado. En todos los ámbitos que son relevantes para las familias chilenas hay más Estado: educación, salud, pensiones. Pero son derechos sociales con letra chica.
-¿En qué sentido?
-La letra chica es que para hacerlos efectivos será necesaria toda una burocracia nueva que no sabemos cómo va a funcionar.
-En todo caso, ¿tú votaste rechazo en el plebiscito anterior?
-Yo voté rechazo. Uno tiene que ir aprendiendo con el tiempo a leer lo que está demandando la ciudadanía. Perdimos 20-80. La gente quería un cambio, y los derrotados tenemos que entender lo que está demandando el pueblo. No es malo revisar las posturas que uno ha tenido.
-¿Cómo has visto a la derecha en la Convención? ¿Por qué le faltó protagonismo?
-La derecha intentó por todos los medios posibles ser parte del debate, presentar iniciativas en todas las materias, se hicieron las defensas, se argumentó, pero la verdad es que la articulación y correlación de fuerzas al interior de la Convención no nos permitió tener injerencia. La derecha no fue capaz de sacar el tercio para establecer un poder de negociación. Ni siquiera tenía los votos suficientes para presentar un recurso de reclamación ante la Corte Suprema por vulneración de las normas procedimentales.
Es numerología simple: no te alcanzó el tercio, no te alcanzó el cuarto, intentaste conversar, te abriste a cambios, pero los convencionales al momento de votar se preocupaban mucho más de quién firmaba la iniciativa que del contenido de la misma. Para la derecha fue absolutamente imposible influir en el texto constitucional. Y por eso decimos que nuestra opinión no está representada en este borrador.
-¿Tú fuiste asesor de los convencionales de derecha?
-Sí, yo trabajaba con la bancada de RN, más independientes, más Evópoli. En particular yo estaba asignado a la comisión número 5, de Medio Ambiente, Naturaleza y Modelo Económico, con Bernardo Fontaine, Rodrigo Álvarez, Pablo Toloza y Roberto Vega.
-¿Dices que no hay ninguna idea de la derecha en el borrador?
-Ideas fuerza no. Por ahí nos podrían reconocer que tuvimos incidencia en cosas como el acceso a la ciudad, a la vivienda. Puede haber nociones generales, pero una idea estructural planteada por la derecha no hay.
-¿Estudiaste Derecho en la Universidad de Chile, donde compartiste con Boric?
-Soy de una generación un año más chica. Lo que nos tocó mucho fue hacer política de forma conjunta. Por ejemplo, cuando Boric era presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Derecho, yo era el consejero de federación por parte de la derecha. El peso de los consejeros era muy importante para poder debatir.
-¿Eras amigo del Presidente?
-No. Hemos compartido lógicamente, nos topamos muchas veces en consejos de representantes. Somos coetáneos.
-¿Y alguna vez pensaste que podía ser presidente de Chile?
-Nunca lo pensé. No se me pasó por la mente. Pero la carrera política que llevó adelante claramente le dio las herramientas para lograrlo.
-¿También competiste con Camila Vallejo?
-Cuando la Camila fue candidata a la FECH, el año 2010-2011, a mi me tocó ser el candidato a presidente de la centro derecha. Fuimos a foros, pero somos de escuelas distintas.
-Participas de este proyecto “Con mi plata no”. Y te encontraste con Boric, cuando ya era Presidente. Lo interpelaste en la calle por las pensiones.
-Como corresponde en democracia, fue un diálogo ciudadano, ameno, respetuoso, entendiendo que es la principal autoridad del país y el presidente de todos los chilenos. Le hice llegar nuestra propuesta, conversamos 10 o 15 minutos. Por ahí él se acordó de mi y me dijo: “cómo estai Francisco”. Le dije: “bien, Gabriel”. Y ahí me acordé que era el Presidente de la República y no lo podía tutear. Empecé a decirle Presidente como corresponde. Tenemos una idea distinta sobre el sistema de pensiones, pero más allá de la salida de protocolo fue una conversación que es la forma que corresponde llevar la política en el día de hoy y dejar de mirarnos como enemigos. Tenemos que conversar.
-Pero en el programa que haces, “Sin Filtro”, pelean harto y son enemigos.
-Esa es una concepción errada. Lo que hacemos es debatir ideas. No son ataques personales. El político que no tenga pasión no sirve para hacer política.
-¿Cómo ves el gobierno de tu ex compañero Boric?
-Ha sido una mala instalación. Lamentablemente las señales que ha dado van en contra de lo que quiere la ciudadanía. Sigo sin entender que el gobierno se haya colocado como meta la amnistía para imputados en el denominado estallido social. Eso va contra el sentido común. La ciudadanía pide mayor seguridad y lo que estamos haciendo es intentar indultar a personas que eventualmente podrían hacer cometido delitos. El gobierno no ha estado a la altura de las demandas ciudadanas y no ha sido capaz de recuperar la agenda pública.
-¿Qué opinas de la idea de reformar la actual constitución con los 4/7?
-Los caminos institucionales los da el Congreso. Por eso creo que la tercera vía de modificar los quórums de la constitución actual de Ricardo Lagos Escobar, le da una opción a la ciudadanía en caso de ganar el rechazo. Este borrador no le hace bien a Chile. Estamos convencidos de que esa mayoría que se manifestó con 80-20, sigue queriendo un cambio constitucional. Pero un cambio bien hecho.