Parece la filmación de un capítulo de "Juego de Tronos".

Cada año, Wolin, una isla polaca en el mar Báltico, es la sede de una de las reuniones más grandes del mundo de entusiastas de los vikingos.

Cientos de personas llegan a recrear la cultura vikinga y participar en batallas feroces y competitivas.

Muchos van porque les apasiona la historia. Pero para un número significativo de ellos es una forma de escapar de su pasado, un pasado marcado por la violencia.

La escena vikinga atrae a veteranos de guerra, ex hooligans del fútbol y otros que están tratando de dominar su violencia.

También parece atraer a hombres que han perdido el norte y están buscando un propósito.

Cuatro de los cerca de 2.000 miembros del grupo internacional llamado Jomsborg Vikings le explicaron a la BBC por qué les atrae el mundo vikingo y cómo ha cambiado sus vidas.

Max Bracey ?o Maximas von Bracey, para darle su nombre vikingo? lidera un contingente vikingo británico llamado Ulflag. Su trabajo cotidiano es dirigir una tienda que vende parafernalia vikinga en Londres.

"Muchas de estas personas son adictas a la adrenalina", explica, "realmente quieren participar en algo que los haga sentir vivos y parte de una fraternidad".

"Les da la oportunidad de liberar los impulsos violentos naturales que tenemos los humanos. Además, esta es una forma de explorar cómo vivían nuestros antepasados".

Von Bracey empezó a participar en recreaciones de la vida vikinga en un punto bajo de su vida.

Su padre había muerto de cáncer y una relación a largo plazo con su novia había llegado a su fin.

Probó varias artes marciales, pero ninguna lo satisfizo completamente.

"Lo que me ayudó fue Ulflag, mi hermandad, gente que amaba como si fueran de mi familia. Si no fuera por eso, probablemente me habría ido a pelear a Medio Oriente ".

"Cuando era más joven, solía meterme en muchas peleas. Esa rabia, esa frustración, me acompañó por mucho tiempo", cuenta Qanun Bhatti.

Bhatti es el entrenador principal de Ulflag Vikings en Reino Unido.

Fue abusado a los 6 años.

"Tuve muchos problemas de furia. La violencia se convirtió en una forma de vida. Un niño enojado no sabe cómo lidiar con las emociones, excepto siendo violento".

Incluso mientras luchaba por superar los estragos del abuso, tuvo que enfrentar más violencia en su adolescencia. Durante los años 80 y 90 en Londres, dice que fue víctima de los skinheads (una subcultura cuyo distintivo era raparse la cabeza) por ser asiático y musulmán.

Qanun cree que unirse a los vikingos lo ha sanado y le ha dado un nuevo sentido de pertenencia: "Ser capaz de liberar mis frustraciones y mi agresión de manera controlada es muy beneficioso para mí. Me siento aceptado y, por falta de una palabra mejor, amado".

Pero Qanun también ha experimentado racismo en el mundo vikingo. Algunos comentaron que debería hacer el papel de esclavo, a causa del color de su piel.

Pero según él, el verdadero mensaje vikingo, que los Jomsborg Vikings intentan promover, es el dela tolerancia y la diversidad.

"Los vikingos sentían mucha curiosidad por todo lo que no fuera la norma, era parte de su cultura especial. Eran exploradores empedernidos".

"Si veían a alguien con un color de piel diferente, en lugar decir: 'Eres diferente a nosotros, tenemos miedo', dirían: '¡Wow!, ¿quién es este? Queremos saber sobre esta persona porque es diferente a nosotros". Les entusiasmaba".

"Tienes que luchar por tu derecho a ser distinto. Tienes que luchar por el derecho a respirar", dice Norman Hewitt.

"Es una hermandad, una vez te aceptan, estás adentro".

Él luchó durante mucho tiempo para ser aceptado como el primer vikingo negro de Jomsborg. Su primer trabajo fue convencerse a sí mismo: "Pensé que no había vikingos negros porque no nos enseñaron algo así en la escuela".

A principios de los años 90 en Londres, se vio envuelto en el mundo del vandalismo futbolístico. Un amigo lo persuadió de que se uniera a los Vikingos Jomsborg. Esto le dio un nuevo foco y salida a su agresión física.

Tras investigar, decidió tomar el nombre árabe de Bin Yusof, para reflejar que los vikingos se mezclaban con los norteafricanos.

Norman pelea menos estos días, pero sigue siendo un oficial de entrenamiento internacional para Jomsborg Vikings, donde se le tiene en alta estima.

Cree que si hubiera sido un mal luchador, de todas maneras lo habrían aceptado, pero no habría logrado el mismo nivel de respeto.

Norman Hewitt experimentó el racismo y las "miradas raras" de algunos sectores en los eventos vikingos en toda Inglaterra.

Algunas personas se sentían incómodas al ver a un vikingo negro.

Fue peor en festivales en el norte de Europa. Incluso piensa que fue específicamente atacado en algunas batallas.

"Por ser negro fue difícil ser reconocido. Una de las razones principales por las que lo hago es porque los negros estuvimos allí. No veo por qué no está escrito en la historia", concluye.

"La mayoría de nosotros sentimos una conexión con las antiguas formas de pensar, las creencias precristianas. Eso, combinado con la agresión, hace un vikingo", señala Igor Gorewicz.

Gorewicz ha estado organizando las batallas en el Festival Wolin en Polonia desde finales de la década de 1990.

Dice que lo ha visto transformar las vidas de cientos de hombres. "Personas que tenían problemas en sus vidas se convirtieron en buenos ciudadanos vikingos al liberar su agresión de manera moderada".

El cambio puede tener efecto después de apenas una semana de entrenamiento marcial vikingo, señala. El código vikingo trata de crear hombres fuertes que sepan comportarse bien, dice Igor.

"Te permite ser un hombre duro, respetando a los demás. También permite que la gente se escape del peso de su pasado porque la reputación vikinga de uno se basa puramente en sus acciones en el mundo vikingo".

Él mismo Igor solía ser parte de un grupo violento en Polonia llamado "Metal Heads" (cabezas de metal). Él lo describe como el hooliganismo del fútbol, sin el fútbol.

Ahora lleva su mensaje vikingo a las escuelas y las instalaciones correccionales para jóvenes delincuentes. Cree que puede comunicarse con los jóvenes con problemas de una manera que las figuras de la autoridad tradicional, como maestros o magistrados, no logran.

Admite que el mundo de la recreación de los vikingos atrae a una minoría de personas con puntos de vista racistas, que llegan con la idea de recrear una cultura blanca y guerrera.

"En todos los casos que conozco, cuando se unen a nuestra sociedad, después de un corto tiempo, dejan de hablar mierda. Si vives la vida real, te sientes bien, te sientes fuerte, sientes lazos con tus hermanos guerreros. Ganas la plenitud".

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