En medio del terremoto que provocó el miércoles el anuncio de que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no permitirán que personas transgénero presten servicio en sus filas por considerar que sale demasiado caro, una comparación surgió una y otra vez en los medios y las redes sociales locales.

Si al gobierno del presidente Donald Trump le preocupa tanto el excesivo gasto militar, ¿por qué no corta los gastos en Viagra, el medicamento para tratar la disfunción eréctil en los hombres?

Lo hacían para criticar la medida de impedir personas transgénero en las Fuerzas Armadas, anunciada por el propio Trump vía Twitter.

"Nuestro ejército debe estar enfocado en la victoria decisiva y arrolladora y no se le puede imponer una carga con los tremendos costos médicos y alteraciones que implicarían los transgénero", escribió el presidente.

Según un informe realizado por el diario Military Times, en 2014 el Departamento de Defensa gastó US$84,2 millones anuales en medicación para disfunción eréctil.

De ese total, US$41,6 millones se invirtieron en Viagra, agrega el informe basado en datos de la Agencia de Salud de Defensa (DHA, por su sigla en inglés), entidad que controla los servicios médicos de las Fuerzas Armadas.

El gasto de las personas transgénero, en cambio, es de entre entre US$2,4 millones y US$8,4 millones al año, según un estimativo realizado por la organización independiente Rand Corporation en 2016.

Es decir que Fuerzas Armadas dedican a Viagra al menos cinco veces más que los costos de los cuidados de salud de los militares transgénero.

Pero, ¿por qué se invierte en este medicamento?

Personal activo y retirado

En 2014, la DHA autorizó 1,18 millones de prescripciones para medicamentos vinculados a la disfunción eréctil, tanto para personal activo como retirado y sus familiares.

Está extensamente documentado que la disfunción eréctil es más común entre hombres de mayor edad, motivo por el cual la amplia mayoría de este presupuesto está destinado al personal retirado.

En concreto, menos del 10% de las recetas fueron para militares en servicio.

No obstante, los tratamientos para disfunción eréctil entre el personal activo de las Fuerzas Armadas ha ido creciendo desde que comenzaron las guerras de Irak y Afganistán.

Estrés postraumático

Según un estudio publicado en 2014 por la Subdivisión de Vigilancia de la Salud de las Fuerzas Armadas (AFHSB, por sus siglas en inglés), entre los años 2004 y 2013 se diagnosticaron más de 100.000 casos de disfunción eréctil entre el personal activo.

En ese periodo, las tasas de incidencia anual se llegaron a duplicar.

De acuerdo con el estudio de la AFHSB, cerca de la mitad de los casos registrados se debieron a causas psicológicas.

A su vez, otro trabajo publicado en 2015 en la revista científica Journal of Sexual Medicine descubrió que los veteranos de guerra masculinos con estrés postraumático tenían "significativamente más probabilidades de reportar disfunciones eréctiles u otros problemas sexuales que sus contrapartes civiles", explicó el Departamento de Asuntos de los Veteranos.

No obstante, un dato en el estudio de AFHSB destacó la importancia de ser cautelosos al momento de vincular las recientes guerras en las que participó Estados Unidos, el estrés postraumático y la disfunción eréctil, en relación con el gasto militar en Viagra.

El personal que nunca combatió en guerras es en verdad más propenso a sufrir disfunción eréctil que aquellos que sí fueron enviados, afirmaba el trabajo.

Por otra parte, la disfunción eréctil también está vinculada a enfermedades comunes, como afecciones cardiacas, presión sanguínea alta y diabetes.

Un estudio publicado en 2007 por la Facultad de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg de EE.UU. estimó que la prevalencia de disfunción eréctil entre los hombres estadounidenses era de 18%.

En otras palabras, la disfunción eréctil es una condición común y por eso la Viagra es parte de los US$6.000 millones al año que invierten las Fuerzas Armadas de EE.UU. en cuidados de la salud de su personal.

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