Si un devastador fenómeno meteorológico se aproxima a tu ciudad, escapar en dirección a un lugar seguro podría parecer una buena idea.

Pero si los otros dos millones de personas que viven allí tomaran la misma decisión, quizá no lo sería tanto.

Esto es lo que debieron de pensar las autoridades de Houston cuando, pese a la inminente llegada del huracán Harvey, ya convertido en tormenta tropical, decidieron no emitir una orden general de evacuación y, salvo en unos pocos condados, recomendaron a la gente permanecer en sus casas.

Una decisión que algunos cuestionan, pero con la que creen haber salvado cientos de vidas al evitar que la tormenta sorprendiera a muchos atacasdos en las vías de salida.

"No puedes echar una ciudad de 2,3 millones de habitantes como Houston a la carretera? eso es una locura", señaló el juez Ed Emmett del Condado de Harris.

Emmett concluyó que "si piensas que la situación ahora es mala, si diéramos la orden de evacuar, crearíamos una pesadilla".

El recuerdo de lo ocurrido en 2005 con la llegada del huracán Rita, cuando cientos de miles de personas quedaron atrapadas en las inundadas carreteras de salida de la ciudad, pesó mucho en la respuesta a la alerta.

Con Rita se produjeron decenas de muertos e innumerables críticas a la gestión de la emergencia.

Un informe de la Cámara de Representantes de Texas citado por The Washington Post culpó de al menos sesenta de esas muertes a la decisión de evacuar.

El alcalde de Houston, Sylvester Turner, parecía tenerlo muy presente cuando aconsejó a los ciudadanos permanecer en sus casas.

"Recuerden la última vez que evacuamos, hubo mucha confusión y caos", les dijo a los reporteros este lunes.

Consejos contradictorios

El esfuerzo logístico de desalojar con tan poca antelación a la cuarta ciudad en tamaño de Estados Unidos podría haber resultado contraproducente.

Pero el gobernador de Texas, Greg Abbott, sí aconsejó a los habitantes de Houston que abandonaran la ciudad, dando lugar a un cruce de recomendaciones contradictorias a pocas horas de la catástrofe natural en ciernes.

"Aunque no se haya emitido una orden de evacuación por sus autoridades locales, si usted vive en la zona entre Houston y Corpus Christi, debe considerar seriamente la opción de la evacuación", fue su mensaje.

Sus palabras dieron pie a un extraño pulso por convencer a los ciudadanos entre unos y otros niveles de la administración.

"Los dirigentes locales saben más", fue la explícita réplica a Abbott de Francisco Sánchez, portavoz de la Oficina de Seguridad Interior y Gestión de Emergencias del Condado de Harris.

El alcalde Turner recordó a los residentes que "saliendo de sus casas y echándose a las calles, se están exponiendo a un mayor peligro".

En la misma línea se expresó Armando Walle, miembro de la cámara estatal, que no dudó en afirmar que, de haberse ordenado la evacuación, se hubiera producido "un desastre de proporciones bíblicas".

Los expertos señalan que a bordo de un automóvil es una de las peores situaciones para verse sorprendido por aguaceros como los que trae consigo Harvey.

Así lo indicó en su cuenta de Twitter Marshall Shepherd, director del Instituto de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Georgia. Según su criterio, como hizo la mayoría en Houston, es mejor quedarse en casa.

Un ejemplo de ello lo aporta el video que se hizo viral a las pocas horas de la llegada de la tormenta a Texas en el que una reportera reclamó a los equipos de rescate para que auxiliaran a un conductor que había quedado atrapado en la cabina del camión que conducía.

La experiencia de Katrina

Sea como sea, las divergencias entre Abbott y otros responsables revelan lo sensible del asunto en un país en el que desastres naturales anteriores supusieron un verdadero trauma nacional y provocaron incluso crisis políticas.

Como la que afrontó el presidente George W. Bush por su gestión del huracán Katrina, que asoló Nueva Orleans y sus alrededores en 2005.

En aquel entonces, el alrededor de un millón de habitantes de la zona afectada fueron evacuados.

Pero los vecinos con menos recursos, que no pudieron escapar por sus propios medios, fueron trasladados en autobuses al estadio Superdome, donde la situación pronto se deterioró y el operativo de emergencia se vio totalmente desbordado.

Los noticieros se llenaron de las imágenes de centenares de personas, en su mayoría de raza negra, que hacían cola para entrar en un recinto colapsado y al que el fuerte viento arrancó parte de la techumbre.

Episodios de violencia e incluso un suicidio se reportaron en el Superdome y los saqueos se extendieron por una urbe arrasada por completo.

Fuera del Superdome, muchos de los que intentaron huir quedaron atrapados o incluso ahogados en las carreteras y autopistas.

Incluso hubo denuncias de discriminación racial en el dispositivo de ayuda a los damnificados.

Una lección de la que las autoridades tomaron nota. Al menos el presidente Donald Trump, que, al contrario de lo que hizo Bush ante el Katrina, se apresuró a anunciar su visita a la zona castigada por Harvey..

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