Ocho princesas de Emiratos Árabes Unidos, Sheikha Hamda al Nahyan y sus siete hijas, fueron condenadas por tráfico de personas y trato degradante a sus sirvientas por un tribunal de Bruselas, Bélgica.

El tribunal condenó a las princesas a 15 meses de prisión condicional y a pagar US$185.000 cada una. La mitad de la condena económica es también condicional.

Las princesas fueron acusadas de mantener en condiciones cercanas a la esclavitud a 20 trabajadoras que trasladaron con ellas en un viaje a Bruselas en 2008.

Pero fueron absueltas del cargo más grave: trato inhumano.

Las princesas niegan las acusaciones.

Su abogado, Stephen Monod, se mostró "satisfecho con poder señalar que la justicia belga evaluó apropiadamente este caso, que ha generado muchas ideas equivocadas durante 10 años".

Monod no confirmó si sus clientes pagarían las multas y dijo que no han decidido todavía si van a apelar la condena.

Sin días libres

Sheikha Hamda al Nahyan y sus siete hijas no estuvieron presentes en el juicio.

El caso salió a la luz cuando una de las sirvientas escapó del hotel en el que las princesas habían alquilado una planta de habitaciones de lujo.

Dijeron que fueron forzadas a estar disponibles 24 horas al día, tenían que dormir en el suelo, nunca disfrutaban de días libres, les impedían salir del hotel y las obligaban a comer los restos que dejaban las princesas.

El caso tardó 9 años en resolverse, en parte debido a los retos legales impuestos por la defensa.

Myria, un grupo de derechos belga que ayudó a llevar el asunto a los tribunales, publicó un comunicado en el que dice que el caso es "un paso importante en la lucha contra el tráfico de personas, que no debería quedar impune".

Durante el juicio, Nicholas McGeehan, experto de la organización Human Rights Watch en trabajadores migrantes en el Golfo, le dijo a la BBC que sería "enormemente significativo" si una de las familias más ricas del mundo fuera vinculada con el tráfico de personas y la esclavitud.

McGeehan cree que aunque esté prohibida por ley, la esclavitud doméstica persiste en los países del Golfo, "perpetuada por las élites gobernantes para las cuales sirve un importante objetivo social en el sentido de que confiere estatus".

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