"La gente piensa que, como es un gran recorrido, al final vas entusiasmado, casi llorando, eufórico, la gente acompañándote", dice el ciclista de fondo mexicano Carlos Santamaría.

"Pero no. Yo venía muy cansado. Mis papás se separaron cuando estaba en el viaje. La chica con la que estaba quedando se fue con un novio. Mi perro se perdió", relata en entrevista con BBC Mundo.

Santamaría es poseedor de un récord Guinness por recorrer 22.709 km de la ruta Panamericana, que va del norte de Alaska al sur de Argentina, en el menor tiempo posible: 117 días y 5 horas.

De agosto a diciembre de 2015, el ciclista pasó por todos los escenarios: las nevadas de Alaska y Canadá, el desierto del norte de México, la selva tropical centroamericana, las cordilleras de Sudamérica.

También conoció los límites de su cuerpo, el acecho de animales salvajes, el temor a los grupos criminales y vivió varios golpes en su vida personal, pero aun así siguió adelante.

¿Cómo lograr este tipo de hazañas cuando el camino parece lleno de obstáculos?

"Al empezar a ver la realidad de lo que suena 'Alaska-Argentina en bicicleta', te das cuenta que suena a un gran reto. Pero hay objetivos que se pueden lograr", reflexiona Santamaría con la perspectiva que da el tiempo.

Enfoque

La carretera Panamericana pasa por 14 países y tiene su extremo norte en Prudhoe Bay, Alaska.

Ahí comenzó el viaje de Santamaría, quien basado en el pronóstico meteorológico esperaba una "ola de calor" en agosto de 2015, pero lo que se encontró fue una nevada.

"Un día, al quitarme los pantalones, me di cuenta que mis piernas se habían consumido de una manera exagerada. Fueron siete kilos los que perdí en un trayecto de dos semanas pedaleando", recuerda.

Su cuerpo había quemado muchas calorías, tanto por el frío, como por las largas distancias de pedaleo. Pero poco a poco su cuerpo fue tomando su ritmo.

Por eso el inicio de una gran travesía como esta es la parte "más difícil y brutal", pero es en donde Santamaría tenía que dimensionar cuáles eran los pasos a seguir para llegar a su meta.

"En un principio me sonaba imposible. Pero empiezas a separar el gran problema en partes pequeñas. A pensar en Alaska, en tantos días, Canadá, en tantos días?", explica Santamaría.

Adaptación

Antes de iniciar su viaje, el joven mexicano tenía dos años practicando el ciclismo de fondo, con sesiones de entrenamiento de 4 horas entre semana, al salir de la universidad, y 10 horas los fines de semana.

"Tenía que pedalear 200 kilómetros por día, en promedio. Era variable. Si un día pedaleaba 140 km, para el siguiente tenía que hacer 260", explica Santamaría.

Al no contar con patrocinios, las necesidades del viaje requerían de una gran capacidad de adaptación, una cualidad que considera necesaria para lograr grandes metas.

Para alimentarse, encontrar lugares para acampar, para su aseo personal y hasta cuando estuvo enfermo, requirió de adaptación.

"Al lado de la carretera, tenemos baño por donde quiera. Para bañarse es difícil. En las zonas para acampar, a veces las personas comparten su baño", dice.

La pasta fue un alimento recurrente en Norteamérica para reponer las calorías quemadas, pero tenía que probar lo que fuera encontrando en su camino.

En Centroamérica la dieta básica era el "pico de gallo", a base de carne y frijoles, y en Sudamérica pasó uno de los problemas más grandes con su estómago al beber "jugo de uvas", un fuerte concentrado acostumbrado en algunas zonas Colombia.

"Pedí uno, y yo soy muy sensible al azúcar y sentí el cambio, pedí otro. Le pedí que llenara todas mis ánforas que traía, y me dio mucha energía. Pensé que ese día llegaba a Argentina", recuerda Santamaría.

Pero fue un error "terrible", pues esta bebida le causó problemas estomacales por tres días hasta que un médico naturista le dio un remedio.

Mentalizarse

El joven mexicano partió de Alaska acompañado de un vehículo de apoyo en el que viajaba su hermana Anahí y su cuñado, el también ciclista de fondo Christian Harbuz.

Pasaron por varios momentos de tensión, como al enfrentar a un oso grizzli al lado de su campamento en Canadá, o el temor de ser víctimas de grupos pandilleros en Centroamérica.

Pero uno de los momentos más riesgosos que recuerda Santamaría fue en su propio país, apenas al cruzar la frontera entre Estados Unidos y México en el estado de Chihuahua.

"Al momento de llegar a la carretera, nos recibe una camioneta con hombres armados. Y se te quedan viendo con cara de 'qué haces aquí'. Los miré, porque si volteaba a otro lado, tal vez iban a pensar que estaba ocultando algo", relata.

Otro reto a superar fue continuar en solitario, pues en la frontera de Panamá Colombia su familia ya no lo pudo acompañar: "Para mí esto era muy fuerte, no podía dormir".

Tuvo que mentalizarse en que seguiría el último tramo con la ropa que traía puesta, unas pocas herramientas y refacciones en una mochila, y muchos kilómetros por delante.

Estando en su viaje, se enteró que sus padres se habían separado, que una chica que le gustaba consiguió otro novio, y hasta su perro se había escapado de casa, pero siguió adelante.

"Pequeños objetivos"

Para obtener el aval del récord Guinness, Santamaría llevaba un localizador GPS, debía llevar un registro escrito y fotográfico, contar con los sellos en su pasaporte, todo lo cual debía estar certificado por un notario.

Cuando llegó a la meta en Ushuaia, Argentina, fue un momento más gris que colorido. Pero con un poco de descanso y al recibir tantos mensajes de felicitación y admiración, al saberse inspiración de otras personas, lo hicieron darse cuenta de qué había logrado.

"Cuando estaba descansado, ya estaba comiendo, empecé a recopilar toda la odisea y dije 'guau, hace 117 días estaba en Alaska, sin creerme lo que iba a hacer, y ahora ya terminé'. Y hasta ese día empecé a disfrutar todo lo que había hecho, ser el hombre que más rápido ha recorrido el continente americano en bicicleta", explica Santamaría emocionado.

Superó al veterano ciclista de fondo escocés Scott Napier, quien poseía el récord al haber recorrido la ruta Panamericana en 125 días en 2009.

"Uno siempre piensa en la meta final, pero yo creo que lo principal es pensar en pequeñas metas que vamos a ir consiguiendo, en pequeños objetivos para lograr esa meta", es lo que aprendió de este gran viaje.

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