"Cuando mi informante me dio la primicia de la muerte de Alberto Nisman, estaba escribiendo un artículo sobre las acusaciones del fiscal especial contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, su (judío) ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, dos "activistas sociales" proiraníes y el parlamentario Andrés Larroque. La información indicaba que Nisman había muerto de un disparo en su casa".
Así parte su columna aparecida en los diarios Haaretz de Israel y La Nación de Argentina, el periodista Damián Pachter, del diario The Buenos Aires Herald, quien dio la primicia de la muerte de Nisman a través de su cuenta personal en Twitter. Pachter dijo que se fue del país el sábado tras recibir amenazas y se refugió en Israel.
En la columna "Por qué escapé de la Argentina", Pachter relató detalles de los "seguimientos sospechosos" que habría sufrido en los últimos días y fustigó a la agencia de noticias argentina Télam y la cuenta Twitter de la Casa Rosada por haber publicado los datos del pasaje a Uruguay que compró a la compañía estatal Aerolíneas Argentinas, en el que figuraba su fecha de regreso.
"Tanto por su velocidad como por su poder viralizador, lo más apropiado era usar Twitter" (para informar de la muerte de Nisman), señala el periodista. "La información era tan sólida que jamás dudé de mi fuente, a pesar de que un par de colegas dudaron de mí, debido a que sólo contaba con 420 seguidores, una cantidad que ahora eclipsa los 10.000", agrega.
"El viernes, mientras trabajaba en la redacción BuenosAiresHerald.com, un colega de la BBC me dijo que chequeara la historia de la muerte de Nisman publicada por la agencia oficial de noticias. El artículo tenía serios errores de tipeo, pero el mensaje era todavía más extraño: la agencia citaba un supuesto tuit mío que yo nunca escribí (...) ese tuit era una especie de mensaje cifrado. Así que se lo reenvié a un amigo, que me dijo: "Salí ya mismo y andate a Retiro" (estación de trenes), señala Pachter.
El periodista afirma luego que estaba siendo seguido: "Tras varias horas en la ruta, llegué a mi destino, donde me quedé un par de horas (...) creo que fue en ese lugar que alguien empezó a observarme. Pero en ese momento no me di cuenta. No quería quedarme demasiado tiempo en ningún lugar, así que caminé hasta una estación de servicio cercana". Allí lo contactó un amigo quien le dijo que llegaba en 20 minutos.
"Habían pasado unas dos horas que estaba sentado ahí, cuando entró una persona extraña, con pantalón y campera de jean y anteojos oscuros. Lo noté de inmediato, pero me quedé donde estaba. Se sentó a dos mesas de distancia de la mía. De repente, sentí un dedo en mi cuello y pegué un salto como nunca antes en mi vida. "Estás un poco nervioso, querido." Era mi amigo, con uno de sus chistes.
-"Te están vigilando? ¿No viste al tipo de Inteligencia que está ahí, atrás tuyo?"
-"¿El de jeans y anteojos de sol?"
-"Sí."
-"¿Qué quiere?"
-"Quedate tranquilo, mirá hacia mi cámara", dijo mi amigo y me sacó una foto, aunque en realidad le sacó una foto al agente de Inteligencia, que se fue cinco minutos después. Tengo esa foto conmigo. (...).
"Tenía que abandonar el país de inmediato (...) compré un pasaje de Buenos Aires a Montevideo, de ahí a Madrid y de Madrid a Tel Aviv. Tenía que mantener un bajo perfil para no alertar a las fuerzas de seguridad. Así que volví a la estación de Retiro, y ésa fue la parte más aterradora de aquel largo día. Estaba seguro de que si algo iba a pasar, sería en la estación de tren, un lugar que de noche es muy peligroso. (...) No tengo idea de cuándo volveré a Argentina. Ni siquiera sé si quiero volver. Lo que sí sé es que el país donde nací no es el país feliz del que solían hablarme mis abuelos judíos (...) La cuenta de Twitter de la Casa Rosada publicó detalles del pasaje de avión que había comprado, y afirmó que me proponía regresar al país el 2 de febrero. Decían que en realidad no había escapado. La fecha de regreso de mi pasaje es para diciembre", termina Pachter en su columna.