La reunión anual de la Asamblea Popular Nacional de China comenzó este jueves en Pekín. Unos 3.000 delegados de todo el país se congregan en la plaza de Tiananmen.

Cerca de uno de cada 10 de los que suben las escaleras del Gran Salón del Pueblo visten uniforme militar, en representación del Ejército Popular de Liberación (EPL), el mayor del mundo.

Los militares constituyen el mayor contingente de la asamblea. Su presencia es un recordatorio a todos los participantes, y a los que miran desde fuera, de que el ejército está al servicio del partido en China.

Esta relación es explícita en la promesa que hace cada soldado y en la Constitución del país: Xi Jinping es el presidente y secretario general del partido, pero también preside la Comisión Militar Central, el principal organismo militar del país.

Pero recientemente, la supremacía del Partido Comunista ha necesitado ser reafirmada, no una vez, sino varias, desde la llegada al poder de Xi Jinping.

En enero, los líderes militares reiteraron públicamente su "compromiso con el liderazgo absoluto del Partido Comunista" y su voluntad de "conformar el alma" de las fuerzas armadas, de forma que los mandos y los soldados cumplan con las exigencias del partido.

Puede sonar raro que el ejército necesite dejar clara su lealtad, pero hay varias razones que explican por qué el partido puede pensar que esto es necesario.

El ejército, y la totalidad del partido, han sido objeto de una amplia campaña anticorrupción auspiciada por el presidente, Xi Jinping.

Este martes se hizo público el nombre de 14 generales que han sido investigados o condenados por corrupción.

Entre ellos está Xu Caihou, anterior vicepresidente de la Comisión Militar Central, el militar de más alto rango investigado hasta ahora.

Al mismo tiempo, Reuters reportó que Guo Boxiong, otro vicepresidente de esta comisión, también está siendo investigado.

En un ejército de dos millones, 14 nombres pueden no parecer mucho, pero representan la mayor purga en una generación.

La campaña anticorrupción también ha sido un golpe contra la práctica de comprar ascensos, especialmente habitual en las partes del ejército que manejan las compras o gestionan las grandes propiedades y los intereses comerciales castrenses.

Los soldados sobornaban a los superiores para obtener las posiciones más lucrativas, que luego podían vender antes de ser ascendidos o de jubilarse del ejército.

Los cargos más preciados han llegado a costar cantidades equivalentes a 20 años de un salario oficial.

Pero la campaña anticorrupción ha dejado a un número sustancial de soldados que compraron sus puestos con deudas, sin oportunidad de ganar dinero extra ni tampoco de vender su puesto.

En palabras de un observador militar: "Es como si colapsara un esquema piramidal masivo. Ha dejado a mucha gente muy enfadada".

Mantener el control

Tener en las filas a soldados gruñones siempre es un riesgo, pero hay otra razón por la que la supremacía del partido es tan importante.

En los últimos años, a medida que el EPL ha modernizado su entrenamiento y su material, el concepto de un ejército nacional moderno, leal a un país en lugar de a un partido, ha empezado a entrar en la conversación.

Puede no parecer revolucionario que el EPL sirva simplemente al pueblo, pero para el liderazgo comunista esto representa una amenaza.

El EPL, en último término, respalda la posición de poder del Partido Comunista, como sucedió en la Plaza Tiananmen en 1989.

Es necesario aniquilar cualquier idea de que el ejército no se alinee con el partido.

Así que a principios de año, el departamento político general del PLA publicó una circular que anunciaba que todos los oficiales de combate intercambiarían puestos con comisarios políticos.

Todas las unidades a nivel de compañía y por encima en el EPL cuentan con un agente político cuyo rol es implementar las decisiones del partido para proporcionar educación política a los soldados.

Si esto se lleva a cabo en su totalidad (lo cual todavía es una gran incógnita), representaría uno de las mayores reorganizaciones en la historia militar.

También podría significar que la disciplina de partido dentro del ejército es tan importante que los líderes están dispuestos, al menos durante un tiempo, a sacrificar cierta capacidad operativa en las fuerzas armadas para poner orden interno.

Los agentes políticos son expertos en teoría marxista leninista, no en mandar sobre la infantería.

Xi Jinping ha pasado sus dos primeros años como líder consolidando su poder en el Partido y reforzando su control sobre todas las áreas del gobierno.

Ahora se está asegurando de que él es, sin duda, quien manda en el ejército.

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