Desde que a mediados de 2014 asumió la investigación del caso Penta en calidad de jefe de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad en la Fiscalía Oriente, el fiscal Carlos Gajardo se ha convertido en protagonista de uno de los escándalos empresariales y políticos más importantes del último tiempo.
Para convertirse en el principal investigador de una historia que incluye un presunto fraude al fisco mediante boletas ideológicamente falsas y el posible financiamiento irregular de las campañas políticas, Gajardo recorrió un largo camino marcado por las influencias de su padre, un militante de la DC, y otras investigaciones como la de la Quintrala de Seminario.
Curicano de crianza
Carlos Eduardo Gajardo Pinto nació en Santiago el año 1973, pero al igual que sus cuatro hermanos se crió en Curicó junto a su madre profesora normalista y su padre funcionario público.
Toda su formación escolar la realizó en el Instituto San Martín de los hermanos Maristas. Al egresar de cuarto medio, en 1989 obtuvo puntaje nacional en la Prueba de Aptitud Académica y se mudo a Santiago para estudiar Derecho. En el año 1998 se tituló como abogado de la Universidad de Chile.
El padre demócrata cristiano
Si hay un hombre clave en el recorrido del fiscal Gajardo es su padre José Manuel, quien fue funcionario del Servicio Agrícola Ganadero en Curicó y dirigente en la zona de la Democracia Cristiana.
Cuando murió tras un accidente automovilístico en el año 2011 el hijo contó al diario Las Últimas Noticias que el padre "siempre fue mi mejor amigo, mi mejor consejero. Obviamente me orientó mucho. Siempre me dijo que estudiara derecho y le achuntó medio a medio".
Amigos cercanos al fiscal narraron a la revista Qué Pasa que el día del funeral Gajardo recordó una de las enseñanzas que le entregó su padre: "no hay que tenerle miedo a los poderosos".
La vuelta a casa
Según se consigna en el libro "Con fines de Lucro" de la periodista María Olivia Monckeberg, desde que se tituló hasta 2001, Gajardo trabajó como procurador y abogado en el Consejo de Defensa del Estado. Luego de eso entró en vigencia la reforma al sistema procesal penal en la región del Maule y fue designado como Fiscal de Curicó.
Con las enseñanzas de su padre en mente fue que Gajardo logró condenar en 2004 a Augusto Pinochet Hiriart, acusado por el robo de un automóvil. La sentencia al hijo del general en retiro fue de 541 días de pena remitida y es la única ocasión en que un miembro de la familia del ex gobernante de Chile ha recibido un castigo penal.
El fiscal de tiempo completo
Un año después del regreso a Santiago, Gajardo fue designado en el año 2005 como subjefe de Ñuñoa y Providencia en la Fiscalía Oriente. Ahí estuvo encargado de guiar la consecución del presidio perpetuo a María del Pilar Pérez, conocida como "la Quintrala de Seminario", la investigación del caso que investigó irregularidades en la Comisión Nacional de Acreditación, el lucro en la educación superior, el caso Fragatas y el fraude en el colegio La Girouette.
Para Gajardo su cargo es de tiempo completo, en su descripción de Twitter señala que es "imposible separarme del cargo". Es por eso que en la red social da opiniones sobre los fallos de la justicia: como cuando señaló que la condena al sacerdote John O'Reilly había "corrido la barrera de lo posible". Otras publicaciones tienen que ver con su modo de ver la vida y la pasión por el club Universidad de Chile.
El estilo Armendáriz
Durante su trayectoria en la Fiscalía Oriente, Gajardo coincidió con el ex fiscal y hoy decano de la facultad de Derecho de la Universidad San Sebastián, Xavier Armendáriz.
Según cercanos a Gajardo, en esos años se comenzó a cultivar el rol protagónico que lleva él en sus investigaciones. En reiteradas ocasiones se le ha visto participar directamente en las diligencias del caso Penta sin delegar excesivamente en las policías.
Su amigo y compañero de labores por esos años, Vinko Fodich, recordó en octubre de 2014 a la revista Qué Pasa, que fue de esa forma que se destrabó la investigación por el caso de Pilar Pérez cuando consiguieron la confesión de José Ruz, el sicario: "Le servimos un té y ahí, frente a nosotros, se quebró y confesó. Es un estilo marcado el de involucrarse directamente en la investigación, en vez de quedarse de brazos cruzados esperando que la policía resuelva una orden amplia de investigación", señaló.