Bobbi Kristina Brown y otros famosos marcados por las adicciones familiares
Bobbi Kristina Brown era una estrella de la telerrealidad y quería dedicarse al mundo de la música, aunque su fama realmente se la debía al hecho de ser la hija de la fallecida cantante estadounidense Whitney Houston.
Brown murió este domingo a los 22 años de edad tras pasar seis meses en un coma inducido.
El pasado enero, la hija de Whitney Houston y el cantante de R&B Bobby Brown fue hallada inconsciente en la bañera de su casa de Atlanta, en el estado de Georgia.
A nadie le pasó por alto las similitudes entre este trágico incidente protagonizado por una joven que pasó toda su vida bajo los focos y la forma en la que Houston falleció.
Tres años antes, la afamada cantante se había ahogado en la bañera de la habitación del hotel en el que se hospedaba en Los Ángeles, horas antes de que debiera desfilar por la alfombra roja de los premios Grammy.
Madre e hija pasaron a formar parte de la lista de dinastías "malditas" del mundo del entretenimiento, cuyas atribuladas vidas han estado bajo el constante escrutinio de la opinión pública.
¿La Historia se repite?
Según las autoridades Whitney Houston murió de forma accidental, aunque su fallecimiento se vinculó a su consumo crónico de cocaína, que le provocó problemas cardíacos.
En los meses previos al accidente sufrido por Bobbi Kristina Brown, algunos medios en EE.UU. también especularon con la posibilidad de que la joven -igual que sus progenitores- consumiera sustancias ilícitas, algo que ella negó tajantemente.
Parecía que la historia se repetía, igual que en el caso de muchos hijos de ricos y famosos marcados por las adicciones de sus familiares.
Un ejemplo reciente fue el de Peaches Geldof, hija del cantante irlandés Bob Geldof, quien murió el año pasado de una sobredosis de heroína a los 25 años de edad.
De esa misma manera había fallecido 14 años antes su madre, Paula Yates, a los 41 años.
La familia del actor Marlon Brando también estuvo marcada por las adicciones y las muertes trágicas.
La madre de Brando y su primera esposa eran alcohólicas y su hijo Christian era drogadicto y en 1990 mató al novio de su hermana Cheyenne de un disparo en la mansión del actor en Los Ángeles.
Cinco años después, la propia Cheyenne, quien sufría de depresión, se suicidó ahorcándose.
Christian Brando falleció en 2008 de una neumonía a los 49 años de edad.
Herencia de sus padres
Varios miembros de familia del magnate estadounidense John Paul Getty, considerado el hombre más rico de EE.UU. a mediados del siglo XX, también han fallecido en las últimas décadas a consecuencia del consumo de drogas.
La segunda esposa de su hijo J. Paul Getty Jr. murió de una sobredosis en 1971.
Su nieto J. Paul Getty III, quien era adicto al alcohol y a las drogas, sufrió un ataque cerebral que lo dejó tetrapléjico y prácticamente ciego, falleciendo en 2011 a los 54 años tras pasar tres décadas postrado en una silla de ruedas.
Hace unos meses, otro de los nietos de John Paul Getty -Andrew Getty, de 47 años- fue hallado sin vida en su casa de Los Ángeles, relacionándose su muerte también con el consumo de drogas.
Otro caso trágico caso es el de el hijo de la exconejita Playboy y modelo Anna Nicole Smith, quien falleció en septiembre de 2005 de una sobredosis a los 20 años de edad, mientras visitaba a su madre en el hospital de Bahamas donde esta había dado a luz a su hija.
Seis meses después Smith fue hallada sin vida en la habitación de un hotel de Florida. Su muerte también se debió a una sobredosis de pastillas.
Sin que acabaran de manera tan trágica, otros famosos han atribuido su adicción a las drogas a la "herencia" de sus padres.
Ese es el caso de la cantante Liza Minnelli, quien igual que su madre -la actriz Judy Gardland- lleva años batallando contra su adicción al alcohol y las drogas.
Los actores Charlie Sheen y Drew Barrymore también atribuyeron su consumo de sustancias ilícitas a la "herencia de sus padres".
Conductas adictivas
Según destaca la periodista de BBC Mundo Valeria Perasso, en las últimas décadas varios estudios han encontrado un vínculo entre las conductas adictivas y la herencia genética.
En una investigación de 1990 la experta Kathleen Merikangas concluyó que los hijos de adictos son ocho veces más proclives a desarrollar una adicción, debido a tanto a causas genéticas como ambientales.
Algunos expertos señalan que esa supuesta predisposición genética puede ser contrarrestada con la educación adecuada y con un entorno favorable.
Otros estudios también han señalado que los niños que pierden a sus padres a una edad temprana, tienen más probabilidades de morir trágicamente o cometer suicido con el paso de los años.
Para el psicólogo Oliver James, autor de varios libros sobre el cuidado de los hijos, ello se debería a una identificación con el acto trágico de los padres.
Según James se trata de una "repetición de comportamiento", similar a la que lleva a los hijos a tener matrimonios parecidos a los de sus progenitores o a seguir carreras profesionales similares a las de estos.
Trágicamente, el de Bobbi Kristina Brown parece uno de esos casos en los que la historia familiar se repite.