Su anuncio encendió las alarmas por el temor al inicio de una "guerra comercial".
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves una polémica orden imponiendo fuertes aranceles a la importación de acero y aluminio.
El mandatario dijo que la medida ayudará a impulsar la industria de su país que ha sufrido por culpa del "comercio injusto".
Las medidas entrarán en vigor en 15 días y han generado malestar en muchos gobiernos, así como protestas incluso por parte de miembros del propio Partido Republicano, al que pertenece Trump.
Tasas elevadas
Estos nuevos impuestos implicarán un arancel de 25% al acero y de 10% al aluminio importado a Estados Unidos.
Trump justificó su aprobación por la necesidad de defender el interés nacional de Estados Unidos.
Indicó que ambos metales constituyen "los cimientos de nuestra base industrial y de defensa".
Además, señaló que el sector industrial había sido "destruido" por las agresivas prácticas comerciales de otros países que constituyen "un ataque sobre nuestro país".
Aplicación flexible
El gobierno de Estados Unidos anunció que dos países se verán excluidos de la aplicación de estos nuevos aranceles: México y Canadá.
Se trata de una medida temporal mientras concluyen la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), en el que participan los tres países.
De igual modo, se prevé que se puedan establecer otras excepciones.
"Vamos a ser justos, vamos a ser muy flexibles", anticipó Trump sobre la aplicación de los impuestos.
En ese sentido, el mandatario hizo este jueves un guiño a Australia, al alabar la relación cercana que hay entre ambos países en cuyas relaciones comerciales es Estados Unidos el que disfruta de un superávit comercial. "Haremos algo con ellos", dijo.
En respuesta a la imposición de los aranceles, la comisaria de Comercio de la Unión Europea, Cecilia Malmstrom, aseguró en un mensaje de Twitter que por tratarse de un aliado cercano de Estados Unidos, ese bloque debería ser excluido de la aplicación de los mismos.
Agregó que esperaba tener más claridad sobre el tema en los próximos días y dijo estar a la espera de la reunión que tiene prevista para el próximo sábado con el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
Por su parte, el gobierno de Reino Unido dijo que trabajaría con sus socios en la Unión Europea para considerar "el alcance de las exenciones", mientras que el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, afirmó que lamentaba la decisión de Estados Unidos y afirmó que en las guerras comerciales "solo hay perdedores".
Más allá de las invitaciones al diálogo, la Comisión Europea ya propuso la posible adopción de medidas retaliatorias en contra de algunos productos de exportación de Estados Unidos, incluyendo el bourbon, los jeans y la mantequilla de maní.
El gobierno de China también amenazó con una "respuesta apropiada y necesaria" ante cualquier guerra comercial con Estados Unidos.
De igual modo, es probable que otros países opten por denunciar a Washington ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La Casa Blanca, sin embargo, considera que la decisión no es impugnable pues se toma por motivos de seguridad nacional, algo que está permitido bajo las normas de la OMC.
Disputa interna
La imposición de aranceles extraordinarios a la importación de acero y aluminio ha sido cuestionada también desde las filas del Partido Republicano.
El senador Jeff Flake anunció que trabaja en una propuesta legislativa para anular esos impuestos aduaneros señalando que las guerra comerciales solo se pierden.
De igual modo, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, hizo público su desacuerdo con la decisión argumentando que temía que tenga consecuencias no deseadas.
Sin embargo, la medida también tiene sus respaldos y, para dejarlo claro, Trump invitó a la firma de la orden presidencial a un grupo de trabajadores de la industria metalúrgica.
Durante la campaña presidencial de 2016, el entonces candidato republicano había prometido reconstruir las industrias del acero y del aluminio, algo que le sirvió para ganar apoyos en lugares como Pennsylvania, donde los obreros de este sector optaron por abandonar a los demócratas para dar su voto a los republicanos.