La dura crítica del Papa Francisco a la Iglesia de El Salvador
El Papa Francisco acusó este viernes al episcopado de El Salvador de haber "difamado, calumniado y enfangado" tanto en vida como tras su asesinato en 1980 a monseñor Oscar Romero, beatificado en mayo pasado.
"El martirio de monseñor Romero no fue sólo su muerte: inició antes, con los sufrimientos por las persecuciones antes de su muerte y continuó después, porque no bastó que muriera, lo difamaron, calumniaron y enfangaron. Su martirio continuó por mano de sus hermanos sacerdotes y del episcopado", afirmó el papa ante una delegación de obispos y fieles salvadoreños.
A 35 años después del asesinato de Oscar Arnulfo Romero, el Papa reconoció que hubo una campaña para denigrar al religioso centroamericano, cuya beatificación estuvo bloqueada en la época de Juan Pablo II y promovida en cambio por Francisco, que lo considera un modelo para América Latina.
"Solo Dios conoce la historia de la persona. Vio que lo estaban lapidando con la prieda más dura que existe en el mundo: la lengua", agregó. Las palabras del Papa argentino fueron pronunciadas al término de una audiencia especial en el Vaticano concedida por el pontífice a una numerosa delegación de salvadoreños que viajaron a Roma para agradecer a Francisco por la reciente beatificación de Romero, el 23 de mayo pasado en El Salvador.
Misa en El Salvador en mayo pasado para celebrar la beatificación de Oscar Romero.
Asesinado en San Salvador cuando oficiaba misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador contratado por la ultraderecha, Romero fue tildado tanto en los últimos años de su vida como después de muerto de ser "un desequilibrado", "un marxista", un "títere manipulado por curas de la teología de la liberación que le escribían sus encendidos sermones" contra la oligarquía, las injusticias sociales y la represión en su país.
El arzobispo italiano Vincenzo Paglia, actual presidente del Consejo Pontificio de la Familia y postulador de la causa de beatificación de Romero, reconoció en febrero pasado las numerosas trabas del proceso. "De no haber sido por el papa latinoamericano, Romero no hubiera sido beatificado", dijo.
Entre los enemigos de Romero en el seno del Vaticano figuraban dos influyentes cardenales: los colombianos Alfonso López Trujillo -ya fallecido- y Darío Castrillón Hoyos.
Ambos ocupaban en la década del 90 importantes cargos en la Curia Romana. "López Trujillo temía que la beatificación de Romero se transformara en la canonización de la Teología de la Liberación", escribió Andrea Riccardi, fundador de la comunidad de San Egidio.
Imagen de 1979 de monseñor Oscar Romero.